Platicando con ella le conté que yo había estado involucrado en la posición mexicana sobre la cuestión kosovar y debatimos un muy buen rato sobre el asunto. Es impresionante la carga emocional que implica escuchar a alguien hablar de un tema como tal. Ella, según me dijo, se siente kosovar. Su hermana, que estaba al lado, albanesa.
Al final, como en todos esos temas, no llegamos a mucho. Salvo una promesa efímera de algún día cocinar comida mexicana y ofrecércela a ella, los checos y el eslovaco que estaba con nosotros.
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