jueves, 28 de octubre de 2010

jus ad laetitia


Apenas entrando al CIDE solía platicar mucho con Dr. P sobre sus aventuras en el derecho internacional. A él le había tocado armar el Álvarez-Machain y litigar el Metalclad. Me emocionaba mucho la idea de poder, no sólo participar en un litigo así, sino hacerlo por mi país. Más aún, Dr. P lo trasmitía con tanta alegría que era imposible no sentirla. Aunado a eso, sus experiencias siempre me dieron la esperanza de que para todos hay espacio en esta cancha si trabajas y lo sabes buscar.

Años más tarde, cuando tuve la oportunidad de empezar a comer este pastel, me di cuenta no sólo que me gustaba como nada, sino que me divertía más. Afortundamente pude hacer mía la alegría de Dr. P para seguir esta carrera. Muchas veces lo dije: yo hago esto porque me divierto, porque me encanta.

Estando de este lado del charco he tomado clases con dos de las mentes más brillantes en el mundo en sus respectivas materias. Christine Gray, en el derecho del uso de la fuerza y conflictos armados, y James Crawford, uno de los dos gurús actuales del derecho internacional que viaja entre regímenes y temas como nadie. Gray habla del Consejo de Seguridad y las misiones de paz como tomando un café antes de que tener hacer el brief para que se tomen las decisiones. Crawford narra los casos que ha litigado y se burla de él mismo cuando los ha perdido, esbozando como practicamente él ha construído el sistema en los últimos cuarenta años.

Ante todo, lo mejor es que tanto el Dr. P, como Gray y Crawford narran sus historias con alegría. Evidenciando lo mucho que se divierten en lo que hacen. Ojalá y en 30 años yo pueda hacer lo mismo.


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