
Hoy fue el segundo día consecutivo que me encontré alguien de casa aquí en Harrypotterland. Lo curioso es que fue en el mismo lugar y los dos estuvieron en alguna etapa del juego.
El primero de ellos fue el que me entregó la copa por la que tanto luché. El que validó al final el proyecto que fui construyendo, poco a poco, gracias a todos los que creyeron en mí y me siguieron. Como si en verdad nos conociéramos de antes, acabamos platicando horas al tenor de unas pints sobre la importancia de que existan los espacios para generar talento en casa, sobre mil y un casos y uno u otro que vendrá. Coincidencia muy extraña pero muy satisfactoria.
Hoy por la mañana, después del reglamentario vaso con cuatro espressos, me encontré a vieja amiga del trabajo. De las etapas iniciales, en las que el juego se volvió verdad. Ella lejos y yo también. Gustoso tropiezo que hizo recordar cuando me regalaba chocolates en el piso que parece dona cuadrada.
Encuentros justo en el momento en el que me llama casa y la isla me quiere retener. Tal vez sean señales de algo que todavía no logro descifrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario