
En mi corta carrera he tenido el privilegio de conocer a 7 jueces de la Corte Internacional de Justicia. Ya sea que haya leído sus publicaciones o los haya escuchado en una conferencia, siempre es gratificante observar a la punta del iceberg del derecho internacional.
Desafortunadmente, su procesos de selección son políticos y, por ende, no meritocráticos. Hoy concluí que hay dos clases de jueces: los que me dejan la boca abierta por asombro y los que me la dejan abierta por bostezo.
Espero ser algún día de los primeros.
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