En esta realidad, mi realidad, acepto honrosamente que uno de mis placeres más grandes es ver a las Chivas ganarle al América o, recientemente, ver al Barcelona meterle 6 al Madrid en el Bernabeu.

Aún así, bien canalizado, creo fielmente que el ver jugar a la selección despierta un sentido patriotico. No son los mejores, como no lo somos como pueblo. No son los más habiles, tampoco lo somos todos. No obstante, cuando no corren un centímetro o, en contraste, dejan el alma en la cancha reflejan exactamente lo que es ser un mexicano. Somos un pueblo de medias tintas, de contrastes. Vanagloriamos la cultura del "ahí se va" y la de "al ratito," pero también, cuando nos lo proponemos, hacemos todo por salir adelante y luchamos día a día por una vida mejor.
Hace algunos años me di cuenta de que había perdido mi arraigo regional. Un regio te dirá que antes es regio que mexicano. Un yucateco dirá lo mismo. Yo no. Por razones más que conocidas para todos mi arraigo regional se ha ido desvaneciendo. Como un amigo lo dijo alguna vez: soy un provinciano y punto. En este escenario mi arraigo es con México. Sin temor puedo decir que puedo detenerme unos segundos y ver hondear nuestra bandera y todavía se me pone la piel "chinita" al escuchar el himno nacional.
Así, lo digo enfáticamente: no hay hecho que despierte más mi patriotismo que escuchar el himno ser cantado por 105,000 personas en el Estadio Azteca.
No conocí a Hidalgo ni a Madero. Definitivamente mis ojos no enaltecen a Colosio o a Fox. Luego entonces, los elementos que despiertan mi patriotismo son más urbanos, mas tangibles: el zócalo, la bandera, el himno, y sí, la selección.
Probablemente nunca afirme que en un juego México- Estados Unidos nos jugamos el honor, o que ganar es razón suficiente para correr por horas alrededor del Ángel de la Independencia, pero como en la vida, tampoco puedo negar que Estados Unidos es el rival, al menos social. Estados Unidos es el ideal mexicano, el concepto al que aspiramos, pero que dificilmente alcanzaremos, la encarnación de nuestra envidia como sociedad.
De esta manera, aunque sea en las "matatenas," ganarle a Estados Unidos siempre será reconfortante. El futbol, a través de la selección, representa eso: el único bastión en el que todavía podemos competir con ellos.
Reitero, la selección no lo es todo ni es México en sí misma, pero representa y acoge una parte del mexicano que todos llevamos dentro. Es inevitable que cuando se enfrente a Estados Unidos no genere, al menos, un sentimiento de empatía.

Como en todo, la victoria cuando cuesta, cuando se sufre, se disfruta más. Celebro la victoria de ayer, me quedo con Cuauhtémoc y Gio y esbozo mi dicha al ver la cara de derrota de Donovan. Por cierto, a este último, con mucho cariño, le reitero lo que algunos paisanos ya le externaron en el estadio......
... y para que recuerde que de México no se va con las manos vacías , le regalo una playera con esta leyenda. Que la recoja cuando se sienta mejor.

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