Fin de semana de mí. Momento de regresar a la cocina y jugar de nuevo con los ingredientes como hacía mucho no lo hacía. Espinacas y zarzamoras, mozataza y camarones, pulpos y aceitunas. Siestas perfectas después de un whisky de coronación. Albercas y árboles que lo antecedieron. Uno de esos momentos sólo para mí. Por la noche la aventura culinaria continuaría en casa ajena, con gente ajena, y con maravillosas sonrisas gastrónomicas que terminarán publicadas en revista. Una más a las historias peculiares de este año.
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