jueves, 18 de octubre de 2012

paciencia


Siempre lo que más me cuesta. Por ello necesitaba tanto la pausa. No podía controlarme y todo me enojaba ya. Pero hay momentos en que hay que saber parar, valorar lo que se tiene y esperar al momento exacto para dar el siguiente paso. Ése es mi reto ahora. Uno de los más difíciles para alguien que se mueve y se mueve. Al final, hay maneras de moverse y lo que me tocaba iniciar ya lo hice.

Bien me lo dijo JC, planear para lo que quiera hacer cuando tenga cuarenta. Así está siendo. Creo que después de aquella plática con él las cosas fueron más claras. O tal vez sólo me dio el aliento que necesitaba. Tiene más de un año que regresé y por momentos perdí el rumbo. No lo niego. Pero siempre he sabido lo que más me mueve.

Así, antier que regresé a las vajillas con escudo del Mural de Tamayo me sentí en casa. Aunque se sea feliz, casa sólo es una. Se siente. El sentimiento fue todavía mayor cuando Dios Padre me demostró el cariño y ya no sólo la afinidad profesional. Me dejó en claro lo pendiente que ha estado de mí y, sin tener qué, lo apenado que estaba por todo lo que pasó. Eso también se siente y no tiene que ver con deferencias profesionales. Por ello,  ante la pregunta que me hizo si querría regresar a casa no lo dude: me fui y regresé sólo por ello. Por contribuir a México. No por nada la plática se extendió de más, para luego ya sólo hablar como amigos. Como al final lo dijimos, finalmente somos muy poquitos que amamos tanto esto y lo amamos más cuando se trata de hacerlo por México. Con una promesa y un deseo mutuo, la semilla ya está. Una de ellas, pero sin duda la que más quiero, por la que daría todo.

Es cuestión de paciencia. Ahora tengo que ser capaz de tenerla. Actuar cuando yo deba hacerlo y dejar que las cosas fluyan cuando ya no dependa de mí. Hay tanto que quiero dar.

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