domingo, 28 de octubre de 2012
octubre
Comenzó en mi lugar feliz. Cómo si hubiera mejor forma para que el mes más vivo iniciara. Lo hizo con una luna apabullante y con la sensación de que por fin la tranquilidad llegaría. Lo había esperado tanto, no sólo porque trae consigo la época que más disfruto sino porque traería todas aquellas cosas que necesitaba para regresar al camino. Lo sabía, lo sentía y así fue.
Me encontró de vuelta en Europa. En lasa caminatas bohemias que desde hace tanto sirven para digerirlo todo. Había tenido tan pocas y tan raquíticos, verdaderos momentos conmigo. Acompañado de los más cercanos en realidad tomé un viaje hacia adentro, totalmente solo. Lo hice en el momento en que más lo necesitaba y con ello comencé a entender, a sentir de verdad y a dejar que me dolieran y me emocionaran las cosas que siempre o han hecho. Liberé tantas cosas de este año por las que me había mentido.
Regresé también al naranjo y lo que ya había comenzado a salir caminando junto al Thames, culminó. Sentí la ausencia presente y comprendí, en todo su maginitud lo que había pasado. La dejé brotar, pero también degusté ese luto con la alegría de una vida maravillosa y sabiendo que todo sigue y yo tengo que ser batuta de ello.
Mes de lunas. Mes de sonreirle a mi sonrisa eterna y disfrutar su recuerdo. De entenderme frente a todo ello y lo que implica en mi camino.
Con octubre llegaron las reuniones con los ídolos. Ya no como ídolos sino como amigos, consejeros. Me sentí acogido y, sobretodo, confirmé dónde me siento en casa. Puede faltar poco, pero también puede que eso no sea cierto. Por lo pronto, me regresó la claridad en lo que quiero y hacia donde voy. Paciencia. Paciencia. Paciencia. Esta vez, contrario a todas las anteriores, no puedo dejarme ir y moverme y moverme. Todo llegará a su momento. Octubre me lo dejó claro.
Mes de regresar a la canchas y continuar con la disciplina. Ya no en extremo, sino como modelo de vida. Poco a poco alcanzo el equilibrio. Mes también de encuentros y aventuras pequeñas. Dejarme ir un poquito y saber hasta dónde. Disfrutar sin remordimientos y sólo por hacerlo.
Con octubre regresaron las tarde ocres terribles y las lunas silenciosas que rompen la noche. La etapa del año en la que mejor me entiendo y convivo conmigo mismo. Justo cuando más lo necesitaba. La vida ya está comenzando a acomodar lo que tiene planeado para mí.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario