martes, 30 de noviembre de 2010

noviembre


Noviembre fue un mes de emociones, un paseo completo por el espectro de sensaciones. Como siempre, este mes cargó consigo todo el año. Compleja estampa que fue saboreada parsimoniosamente a través de sus días.

Empezó abrupto con cambios de esquemas y recuerdos. En la algidez plena llegó un lugar tan anhelado que catalizó de formas indescriptibles los cambios. Una expulsión catártica y regeneradora de sentimientos que fueron coronados a la luz de las luces. Plenitud total. Todo ello en el marco de una celebración silenciosa y distinta que contradecía lo que habían sido otros años. Tiempo para mí y de mí.

El mes continuó deshilvanando las ideas y con ello el talento o sus pretensiones regresaron y empezaron jugar de nuevo, como siempre lo han hecho. La cosecha del año y de muchos atrás empezaban a surgir. Las evidencias de la tenacidad traían consigo validaciones inesperadas y potentes. Tremendas sonrisas imposibles de esconder.

Mes de primeras veces y ocurrencias ajenas. La confirmación de una vida temporalmente distinta, con personas distintas y prácticas similares, pero no alejada de lo que me forja ni de quienes lo hacen. Vínculos eternos y felices. También, el mes gestó planes y esclareció líneas a seguir en el futuro. Certezas naturales y aventuras por llegar.

Noviembre corroboró lo que soy, quién soy y de lo que estoy hecho. En noviembre fui yo.


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