domingo, 21 de noviembre de 2010

little break


Cuando en la carrera hice mi tesis peleaba siempre por encontrar fuentes. Malabareaba por todas las bibliotecas de la ciudad, me colaba a otras universidades y buscaba en cada rincón de México esa pequeña cita que aportaría aunque fuera un poquito a mi trabajo. Ni siquiera hablo del contrabando de bases de datos; gran práctica que me salvó la vida. Ahora es diferente.

Escribir mi tesis de maestría ha presentado otra clase de retos. Tengo menos tiempo, pero sobre todo, aquí he tenido que aprender a manejar la abudancia. Nunca había exprimentado la sensación leer una nota al pie y sólo tener que caminar unos pasos para encontrarla.

Que tu primera cita al pie sea de un libro de 1912 es maravilloso. De todos modos, al parecer sí existe cosa tal como suficiente, incluso para alguien tan clavel como yo. Hoy, de plano, cierro el changarro.

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