
Días de transición. Mañanas en las que sigo empotrado a la computadora apurándome a terminar el más fabuloso de los proyectos. Tardes y noches que fungen para cosas distintas. Tragos de final, de comienzo y de costumbre. Esacapadas de media noche y de media mañana. Kadinskys y Rothkos, como siempre, apabullantes cuando están juntos. Semanas de pausa, de felicidad, de añoranza, de cambio o ausencia de él. Esperan los muchos aviones que están próximos a llegar de nuevo. Esperan, también, mi propio frenesí.
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