
A veces creo que ya se ha ido y bajo la guardia. Se siente bien creerlo. Borrar todo sin dejar rastro alguno. Nada; como si no hubiera existido. Mentira. Cuando menos lo espero, un golpe súbito me demuestra que estoy equivocado, que aún no.
Odio profundamente sentirlo. Odio también que me siga importando. Lo bueno y lo malo, todo. El silencio debería de ser suficiente. No lo es. Me importa y lo siento. Todavía puedo sentir gusto y tristeza ahí.
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