jueves, 24 de marzo de 2011

sol (por fin)


Siempre me han gustado los días nublados. Eterna melancolía pasajera. Días sin movimiento, de introspección, de roces y sensaciones. Sin embargo, cuando la vida se vuelve siempre gris,la melancolía deja de ser pasajera y se vuelve corrientemente habitual. El quehacer diario se interpone con el disfrute de los instantes y no hay manera en que se puedan apreciar los momentos sin color.

Ayer me di cuenta que había menospreciado mi relación con el astro rey y lo mucho que puede cambiar la perspectiva. Explosión de endorifnas que explican cómo la melancolía gris se entiende y se aprecia sólo por ser excepcional. Por lo que viene del año le apostaré mejor a la luz que me recuerda el por qué lo demás puede ser acogido sólo de vez en cuando.

Cambió el clima, cambió el entendimiento, el sentimiento de extrañeza aceptada tal vez sigue siendo el mismo.


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