
Desde que regresé de España no he parado un solo segundo. Ahora lo hago porque en verdad lo necesito. A veces pareciera ser hasta anacrónico. No es que no lo disfrute. No he perdido el asombro ni el gozo cuando la irracionalidad vuela y comienzo a hilar ideas lejanas. ¡Sigue siendo magnífico! No obstante, a veces me pregunto por qué, para qué. Las ganas de transformar las sigo y las seguiré teniendo, pero a veces también me pregunto si existirá el espacio para hacerlo. Tantas preguntas que me avecinan sobre mi futuro, tantos posibles futuros enfrente y yo sólo queriendo uno, no importando el contexto en el que se dé.
La tesis que está a punto de terminar de ser bordada y con ella todo lo que he acarreado con los años. Hoy la leía y me preguntaba cómo siquiera me había dejado meter y mezclar tanto en algo que, en principio, no debiera llevarlo. Mi propia y muy pequeña aportación a la ciencia y mi pícara forma de comerme el mundo. La total ignorancia de lo que implica.
Todo esto, justo después de una conferencia que inesperadamente me abrió de nuevo la visión. La idea de que la forma en que entiendo lo que significa aportar es compartida por otros y que todavía me queda mucho por hacer. La ironía de que aun estando tan lejos lo sigo haciendo desde casi todos los frentes que conozco. Que haya juego para muchos y que el juego sirva de algo. Las justificaciones por las que sigo aquí, así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario