Hoy mientras caminaba pensé en Japón y en como, de repente y sin darme cuenta, mi siguiente paso se había convertido en algo relevante y no sólo en una actividad de verano. Hace una semana, en unos cuantos minutos, Chernobyl regresó, y tal como le pasó en su momento a Philippe Sands ahora me tocará a mí con Japón. Irónico que cuando me lo contaba decía al mismo tiempo que mucho es un gran factor de suerte.
Lo mismo dijo Schwebel hoy, justo cuando estaba yo sentado a un lado de Elihu Lauterpacht. Por primera vez, después de tantos meses me sentí parte de este grupo. No sólo entendí lo privilegiado que soy, como ya lo había hecho desde hace mucho, sino entendí que antes de mí pasaron por este mismo lugar grandísimas mentes que hoy pueden aseverar que cambiaron al mundo. No muchos pueden decir que tuvieron la suerte de ser enseñados por Schwebel y muchos menos pueden decir que lo fueron como platicando con alguien de casa. Hoy ya sentí también a Cantab como mi casa; tal vez en el momento en que Schwebel criticaba el planteamiento de jurisdicción que Crawford había hecho para Georgia. Irónicamente, también, un planteamiento que si llega a pasar jurisdicción y fondo cambiará el mundo y cómo se litigan las grandes masacres, ante la imposibilidad de hacerlo por la vía del genocdio como ya se ha intentado antes.
Por la noche y con la frase ' todas las medidas necesarias' el derecho internacional cambiaba de nuevo. El concepto en el que nunca creí era validado por el SC y por más que se critique, el papel y su letra duran por siempre. Vendrán y vendrán horas eternas de discusión hacia ambos lados, pero si algo es cierto es que quien debía hablar lo ha hecho. Quedará en todos los demás el interpretar lo que ahora ya hay.
Hoy cambió algo.
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