sábado, 24 de julio de 2010

de f a f

Hace algunos años vi una película de Turturro que narraba la trama de un dramaturgo inglés que no podía encontrar un final para su obra de teatro. La película se desarrolla en la frustración que le generaba al autor no poderlo idear ante el próximo estreno de la obra. Al final, la obra y la película concluyen así, como se venía anunciado hacía dos horas, sin final.

Yo tengo una historia similar, pero en la mía sí hay final. De hecho, mi historia parte sobre la base de que es un final feliz. Sin embargo, la trama se desarrolla con uno de los protagonistas creyendo en él y otro tratando a toda costa de repudiarlo. Mientras más se acercaban a ese final, el segundo de ellos tomaba una medida de la misma intensidad para alejarse de él. La historia concluye, anunciada también, cuando la inminencia del final feliz era tan nítida y tan contundente que el segundo protagonista tuvo que tomar la acción más dramática posible para destruirlo.

¿Quién sabe? Tal vez algún día publique mi historia también; aunque como la de Turturro, dudo que haga mucho eco en la audiencia.



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