
Siete años han pasado desde aquel viernes en el que ya tarde en la escuela veía el número que me habían asignado aparecer frente a mí en el monitor de una computadora. En ese entonces la vida era distinta, pero no por ello menos contundente.
Esa tarde lo cambió todo, de nuevo. Ahora, un monitor volvió a jugarme de la misma forma. La contundencia es igual de trascendental, la euforia también.
A pesar de ello, de la profunda alegría que me invade ahora, no puedo negar que soy lo que soy, que he podido dar los pasos que he dado, gracias a todos los que me han rodeado e impulsado a seguir adelante. Tratando de refutar mi suerte, M un día me dijo que la clave estaba no en que tan afortunado podía haber sido, sino en la forma en que utilicé y aproveché mi suerte. Sin duda es cierto, pero también lo es que han habido muchos detrás y a mi lado para que así esté sucendiendo.
Hay siempre pasos que crees poder dar, pero no culminar. Sin embargo, siempre he tenido quien me haga seguir creyendo en más.
Sería absurdo imaginar esto sin pensar en las horas y horas que A respondió las preguntas de un escuincle inquieto. Su tiempo para enseñarme, aun yendo en contra de su propia historia y escudo. Lo mismo que R. Antes, en otro contexto, estuvo M inyectándome la curiosidad por la trascedencia, por comerme el mundo.
Cuando L se enteró me dijo que era el momento ideal para llevar a la práctica la historia que comenzó con los mejores debrayes que hemos tenido en el departamento de la del Valle, mientras más sumergidos estábamos en el Jessup. Es cierto. Viene en serio. Tanto como todos los que me dejaron liderearlos, los que confiaron en mí y los que ahora continúan en lo que creo. He llegado hasta aquí gracias al impulso de C, P, P, L, R, KP, A y R; al ánimo de C, A, C y B; a las discusiones con G y al apoyo del Dr. P.
Pero no basta. Hay quienes ni la debieron ni temieron y aún así me aguantaron y apoyaron. D, S, N, B, A, P y D por ustedes. J y sus regaños. G y su incansable paciencia, compañero del proceso. A, mi gurú, mi compañera.
K, por creer en mí y hacer que yo lo hiciera también.
Esto no es mío ni se debe a mí; si acaso a los gametos del Inge y la Chemistry. El que de nuevo, siete años después, haya visto una aceptación es únicamente gracias a todos los que llevan tanto tiempo conmigo; apoyándome, impulsándome a ser mejor ... aguantándome.
Creo que estaba equivocado. No es igual que hace siete años. Es mejor. Lo es porque ahora la euforia la comparto con muchos más; la alegría me la dan muchos más. Gracias.
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