
De repente, anoche, ahí en el sillón rojo mientras lo platicaba con B, me di cuenta. Me cayó el veinte completamente. Después de mucho, mucho tiempo se despejó todo y pude darle razones por fin a lo que había tratado de explicarme por tanto. Lo que buscaba, lo que reclamaba, lo que me hacía poner ahora límites y lo que ya me llevaba a desistir. La causa del disfrute o, más bien, de su ausencia.
Tardó, sí, pero por fin me dejó ver y desamarrarme, por fin esa sensación de tranquilidad y satisfacción para conmigo. No más. La vida es sabia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario