
Todo debería regirse por la convicción. Ello, no siempre, por no decir que casi nunca funciona así. Las calderas de susceptibilidades terminan frenando proyectos, ideas y anhelos.
A más de un mes conteniendo las demás ofertas sigo esperando que el mural de Tamayo clarifique su posición. Ironía que ni a Dios Padre le hagan caso y que los egos estén por torpedear algo que parecía lo mejor para todos.
Sé ya que podré aportar. Eso ya no es preocupación. Tal vez lo que digiero es la forma en que lo haré. Esto ya se convirtió en balance en el que lo que importa es quién apuesta por mí y quien me dejará jugar para hacerlo como se debe. Muchos nuevos y muchos caminos se pueden venir. Todos son oportunidades de cosas más grandes. Esta semana se resolverá con qué camiseta, al saber quién se la va a jugar más por mí.
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