
El mes empezó con el primer adiós a la isla y de ahí el momento llegaría para empezar a recopilar todo. Un poco antes de ello, una última escala europea para celebrar viejos tiempos, para planear los que vienen. Amistades y certezas que no se pierden sino sólo se disfrutan en otros contextos en realidad no tan lejanos.
Diciembre me trajo de vuelta a casa y a mi verdadera vida. En poco más de una semana pude aglomerar y celebrar todo un año. Todos de nuevo. Celebraciones que se extendieron y se agendaron a más de una por día. Yo entendiendo y saboreando cada instante. Gozo total, no sin aceptar que también sentí la ausencia. La vida casi como era antes.
El mes avanzó y me llevó al naranjo y el verde negroide. A cobijarme en la casa vieja. A descansar el año y dejar que los últimos segundos transcurran en una calma que contradice todo lo que fue.
Con este mes se apaga el año. Uno que recordaré por siempre. Uno que me lo dio todo.
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