
Probablemente este es el trayecto más largo de mi día Aunque el recorrido dura escasamente un minuto, éste parece siempre ser eterno.
Para aminorar la pena he ideado juegos mentales que me permiten distraerme ese minuto desperdiciado diariamente. A veces canto las primeras dos estrofas de True love waits de Radiohead y en otras cierro lo ojos para imaginar que no he pasado pisos y así cuando los abrá en el quinto creer que el subir fue un acto instantáneo. Tal vez necesito hacer estas cosas porque el anhelo de por fin llegar a mi casa es inmenso después de cada día.
Bajar es diferente. Cuando bajo no me fijo en las cosas. Sin darme cuenta cinco pisos pasan volando; obviando que hay uno entre otro y que el recorrido es exactamente el mismo. Si bien es una caída controlada, supongo que de alguna manera también es más rápido bajar que subir.La distancia entre el quinto piso y la planta baja se vuelve tan relativa. Más aún la distancia entre el elevador y la salida.
La vida es igual. Es un elevador. Para subir ideo toda clase de juegos mentales que disipan las sensaciones de tiempo y distancia mientras lo hago o intento hacerlo. De igual manera, cuando bajo lo hago precipitadamente. Los juegos no son necesarios pues la contudencia de los hechos hacen que la caída sean más rápida.
Sin embargo, a diferencia de cuando tomo el elevador de mi edificio, en la vida nunca existe la certeza de que llegaré al quinto piso. No obstante, sí tengo la certeza de que voy a bajar con una cierta celeridad mental a la planta baja.
Hoy llegué a mi planta baja. La puerta a la calle ya está a un paso.
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