
Cuando llegué a la isla traía conmigo tantas cosas que cada momento que tenía libre lo utilicé para ir digeriéndolas. El tiempo, las caminatas y la auto-impuesta soledad fueron la panacea al sin fin de ideas y sensaciones que debía ordenar. Sin embargo, una vez que ese proceso fue avanzando, me di cuenta de que necesitaba más. Por más que apreciase el pacificador silencio que había llegado a mi vida, no podía evitar la necesidad de salir y reventar el hastío que, aunque parezca broma, también te llega cuando tu nuevo rol en la vida es el ser estudiante. Al fin, después de una semana en el búnker de operaciones, simplemente necesitas que la cabeza vuele.
Cuando me di cuenta de ello comencé a ir a los eventos de mi college sin encontrar verdadero éxito. Sin ser del todo esnob o clasistas, simplemente me parecían terriblemente comunes, sin espíritu alguno. Dejé de ir. En cambio, comencé a tener reuniones esporádicas fuera del contexto universitario y de toda la parafernalia que implica estar y vivir en una universidad que tiene más de ochocientos años de historia. Las cosas mejoraron sustancialemente. A pesar de ello, uno de mis propósitos de este nuevo ciclo es el involucrarme más en el contexto harrypoterezco.
Después de dos semanas de encontrarme en estado de reclusión, gracias a la imperiosa obligación de entregar el primer capítulo mi tesis, ayer decidí poner en práctica el proósito y regresar al college. Error de nuevo. Simplemente sigue siendo igual de neutro. Simplemente no me funciona así. Afortundamente existen subterfugios.
Cambio de estrategia. De ahora en adelante me iré de bar hopping con gente que no tenga nada que ver con mi college y regresar a las 4 de la mañana, como lo hice ayer. Epic win. La mejor forma de adaptación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario