jueves, 26 de enero de 2012

Van las dos


Las dos llegaron el mismo día. Las que esperaba. Intempestivas, avallasadoras. La primera implicaba volver al juego del otro lado. Hacerlo de la forma más técnica y en condiciones ajenas que no por ello dejaban de ser familiares. Era el reto que esperaba y que había comenzado a saborear desde hacía tiempo. La segunda, la misteriosa, llegaba poniéndome en bandeja un proyecto de reconstrucción. Era, por fin, la oportunidad de sanar a México, de sentar una base de reconciliación a futuro, de contribuir, de verdad, a reparar el estrago de los tiempos corrientes.

Lo mejor: no tuve que escoger.

En zig-zag, regreso al juego porque me apasiona, porque soy bueno, porque la técnica y el reto me llaman como nada. Es hora de seguir saboreando mi ciencia que había perdido estos meses. Lo haré del otro lado, gran desafío inspirador. Sin embargo, también en zig-zag, me quedo con mi país. Dejarlo jamás. No podría hacerlo y menos ahora con lo que puedo dar. Lo haré gratis. No me importa en lo absoluto. Lo hago porque amo esta tierra profundamente. Lo hago porque creo fielmente en hacerlo todo porque sea mejor. No dejo a México. Por él, todo.

Gran, gran, gran, gran, gran día. Haré lo que amo. Doblemente.


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