Comenzó con la tradición de hace ya tantos años, pero apagando solo la vela. Ya no fue como antes y nunca lo será, pero tal y como lo pacté con la tía aquella tarde dolorosa, es algo que no puede acabar. Era lo que al Inge más le gustaba y vernos a todos reunidos de nuevo por él, como siempre, por el gran gusto me llena de tanto. Comenzaría ahí, justo donde están mis tres adorados. El tío alcahueto y lo mucho que disfruto jugar con ellos cuando me dan mis arranque de escape a carretera en el frijol.
Mes de orgullo de mamá y de familia. De unión, de aguante y de ver que las cosas poco a poco se resuelven en esa unión. Noviembre de gustos familiares y de comprender que no importan los golpes, la unión, el amor, la fuerza, es lo que nos mantiene adelante.
El mes sería de juego y de realización en torno a él. Por una parte se cristalizaba la tesis del padawan y yo tenía el privilegio de debatirla junto la Dra. B y Dios Padre. Un gran orgullo haber podido contribuir a algo así. Uno más de casa que sale a contribuir a México de verdad, como ya lo estaba haciendo, y no sólo de manera potencial. Por la otra, o tal vez que generada por la primera, entendía por fin que ya no podía ni quería seguir desviando mi camino. Así, simplemente empezaría a enderezar todo y preparar lo que viene. Regresar a ser yo. Punto. En noviembre me llegó la claridad y ahora ya comienzo a preparar el próximo año. Salgo de este ciclo funesto, de este letargo y la pausa que implicó entender de nuevo todo.
Y todo esto parece normal en un tiempo de cerrar ciclos, de cambios. Mes de tardes ocres y de temperaturas. Justo el momento del año en el que mejor me entiendo y me siento más cercano a mí mismo. Winter blues, aunque no sea invierno, le dicen algunos. Esos tiempos en los que flaqueas y te dejas llevar, tal y como lo hice en este mes. Comienzas a recordar y a sentir, pero después de tanto también te amarras y sabes hasta dónde llegan las cosas, en verdad. No es lo mismo. Así de sencillo.
No sé si sea sólo yo, pero hay algo en noviembre que me hizo creer que cierra ciclos. Más allá de que lo necesite, lo siento. El año se rompe ya y espero que muchas, muchas, muchas cosas lo hagan también.
Noviembre, como siempre, en esa sobriedad amarilla fue revelador. Trae adelante y de vuelta quién soy, espero.