viernes, 29 de julio de 2011

julio


Comenzó en Harrypotterland, sólo para saborear el fin adornado en tonos en latín y con corbata de moño blanco. Continuaría con el ultimo peregrinar europeo. Aquél que me llevó a comer con el juez en el palacio de ideal, a escuchar mi no historia en la ciudad del chocolate y a despedirme del amigo entrañable. El mismo que culminaría en mi lugar feliz. Llegaría solito para comprender y saborear toda la experiencia y todo lo que había cambiado. La calma, las metas, el futuro, los amores, la vida. El mejor final.

El mes continuaría trayéndome a casa. Con ella regresarían los sabores y los amigos. La sensación de que nunca me fui y de que éste es mi lugar. Recuerdos y sonrisas, calor y estabilidad. Ya fuera en cena, comida o playa, la sensación de pertenencia que todos me hicieron sentir. También, casi desde ese momento, la canción del encuentro a la mitad del camino comenzó a perseguirme por todos lados y con ella ideas y sensaciones añejas. Lo que siento, lo que sé y lo que no hice. Casa con todo lo que implica. Felicidad plena de estar aquí.

Habiéndose ido los tintes de piel ingleses, a la mitad del mes y a menos de una semana de vuelta llegaría la primera señal de confirmación. Las decisiones de convicción y anhelos comenzarían a dar frutos. El juego llamándome por la puerta grande y la oportunidad de contribuir de nuevo se haría presente. Lo que más anhelaba.

El mes sería todavía más benevolente, pues con todo lo que ya me había dado también me dio una prórroga y poder regresar al refugio. La última escala antes de reanudar mi vida. La que siempre me da pilas extra y la que me siento más protegido. La famiglia y lo mucho que necesitaba estar con ellos.

Julio fue todo. Mes vertiginoso y completo. Fue el final y el comienzo. Fue el retorno y la confirmación de que nunca me fui. Fue el mes que abrió la oportunidad de continuar y el que disipó los miedos. El mes que comienza otra etapa de mi vida.

shelter

Ya con la venia de Dios Padre regresé al naranjo. Irónico que fuera con ella, pues sería aquí dónde llegarían las otras dos ofertas. Más allá de todo ello, lo único que importaba era regresar.

Nada como las tardes sosas con el Inge, las noches de conversación con la Chemistry y viceversa. Casa de chiquito. Cobijo eterno que esta vez decidí acompañarlo con largas horas de sueño y de nado. La última escala del retorno y en la que más pensaba cuando lo planeaba. El hogar.

martes, 26 de julio de 2011

ya llega


Me fui a Harrypotterland con la firme convicción de que regresaría. Aportar era lo único que me importaba y si había decidido renunciar a todo lo que tenía era sólo porque sabía que tenía que empaparme aún más para poder hacerlo. Cantab no fue benevolente con esa idea y me mostró que podía ser igual de dulce y desafiante; tanto que en el punto más álgido incluso me invitó a quedarme a romperla allá. Mucho tiempo fue el que le dediqué a ese tema, pero en realidad nunca cambié de parecer. Regresar, contribuir y hacerlo por mi país era y es lo que siempre me ha hecho feliz.

A pesar de ello, contra mí, yo sabía que regresar al mural de Tamayo era muy difícil. Me había hecho a la idea de que vagaría por otros lares hasta regresar a jugar de verdad en casa. Renuncié a la vida que me daría Europa por un deseo difuso que no sabría cuándo se iba a concretar. Estaba consciente de ello y lo afrontaba como tal.

Pero la vida es buena y lleva siéndolo algunos años ya. En menos de una semana en el suelo de casa recibiría el correo de reactiviación. Esta vez ya no sería Dios Hijo, sino Dios Padre mismo. Ya no sería con intermediarios y recomendaciones, sino buscado y escuchado. Hoy, después de una plática desordenada y gustosa, el regreso al juego es inminente. Será en los mejores términos, en aquéllos de libertad para hacer y deshacer. La mejor manera de dar todo para contribuir.

Empieza una nueva era en mi vida. Comienza el tiempo para el que me preparé. A jugar, otra vez de verdad, otra vez por mi país. No existe nada mejor.

Escapar

Sussie 4 - Escapar

Fabuloso vaivén para aquellos días de pies mojados y nieve en la ropa. Mejor aún para un día festivo como hoy.

tanned

Se fue el funesto amarillento inglés. Cinco días de reconstrucción o destrucción. Amigos de miles de batallas para dejar ir al primero de ellos. Empezaron las escalas de vuelta.

martes, 19 de julio de 2011

11:11


Sobre sombras y sobre lunas y sobre a la sombra de qué luna estarás ahora.

regresar


De vuelta en casa. Como si no me hubiera ido. Las hermandades siguen siendo igual de felices. Casi nada ha cambiado. El sentimiento de pertenencia es el de siempre. No pudo ser mejor.

Ya aterrizado comienzan a llegar señales de que el juego tal vez sí pueda continuar y con él las ganas terribles que traigo de generar un cambio. Tal vez sí haya cancha. Tal vez lo que dejé en Europa sí pueda ser redituado rápidamente en el lugar en el que verdaderamente puedo contribuir.

Pase lo que pase, por el momento sólo espero mi semana de sol y la otra del naranjo. La última y necesaria pausa antes de devorarme las cosas de verdad.

viernes, 15 de julio de 2011

jueves, 14 de julio de 2011

Traîner (o el camino de vuelta a casa)

Escapé hacia la naranja. Simplemente parecía lo más natural. Dejaba atrás la ciudad vieja y caótica de camiones de dos pisos. Con los Camper viajeros, de golpe y de comienzo, whiskys y quesos con amigos de antaño y otros que han ido llegando en el camino. Marcada costumbre.

Dos días más tarde estaba de nuevo en mi propia meca. Ahora ya no era de incógnito, sino con corbata e invitación. Primeros momentos con el italiano que está por llegar y la sensación de que el cogens sí puede ser racionalizado. Luego, mientras la Dama otrora Presidenta y el Interamericano venido a más comían a un lado, yo me aventuraba con Bernie y el G sobre las formas e importancia de fomentar el juego en casa. Ya en confianza y esperanzado, me atrevía a esbozar con el juez bueno y marroquí un chistín sobre la tradición cantabriana y los mexicanos. Parecía que hasta ahí podía ser yo. Tarde que hasta hoy parece ser un sueño. Una realidad paralela que me tocó vivir por un instante y que sin duda forma parte de uno de los días más grandes de mi vida. Ahí, en las entrañas mismas del juego en todo su esplendor.

También en la ciudad con H muda pero sonora fue dónde escuché primero Cielito Lindo, tal y como aquella tarde de octubre en que me recibió en Harrypotterland. Esta vez, por el contrario, señalaba el retorno. Fue ahí también dónde nos reunimos con la amiga funcionaria carioca y las similitudes de la grilla latinoamericana se hicieron evidentes. Curiosa manera de reiniciar aquel tema y carrera que me ha perseguido desde que decidí dedicarme a estos menesteres.

Una noche más tarde, ya en el país de los valones y flamencos, el tema me lo aventaba de nuevo al tenor de cena fantástica y licores de celebración. Primera escala con la tricolor y su servicio y el impulso para que me vuelva parte de él. Ya eran dos o tres las recientes insinuaciones. Yo, ni lo negaba ni lo afirmaba por no ser hecho propio. Ni lo sentía como tal. También, el relato de mi historia veinticinco años atrás y la evidencia de qué es lo que hay enfrente si tomo ciertos caminos. Al mismo tiempo, Cielito Lindo por segunda vez y la confirmación de que casa me estaba llamando así.

Fue ahí en la ciudad de la en realidad pequeña, pero gran, gran plaza, en la que terminarían las aventuras europeas con el G. Hermano con el que comparto el juego y quien me ayudó como nadie para sortear mi estancia. Cerró como todas las anteriores, como siempre había sido, como debió ser: en la parsimoniosa presencia de fabuloso plato y brebaje de compañía. Mi eterno agradecimiento para con él y la expectativa de nuevas odiseas en otros contextos.

Cuando la tarde caía Regina me llevaba en vagones a mi última escala. Lo hacía ella otra vez y yo llegaba de nuevo solito a despedirme. A sentir de nuevo mi lugar, mi propia sonrisa. Me encontraba de nuevo ante aquella ventana que marcó mi existencia desde hace muchos años.

Llegaba a manjares de familia. La mañana siguiente venía acompañada de otra exhortación al servicio y luego el amigo y el superhéroe ya no tan bilingüe. Plática de lo que fue y será toda esta aventura que se extendió por horas y comidas. Gran gusto y entendimiento.

El último día ya sólo fue mío. En chiquito, en silencio. Lo culminé con foie gras y magret inigualables. Antes, escala en el Jardin du Luxembourg para saborear todo lo que había pasado y café final en Place des Vosges para describirlo. Tiempo para mí, nada más. Para retenerlo todo y respirarlo una vez más. Ahí fue también dónde escuché por tercera vez Cielito Lindo y el presagio se volvía cierto.

Dejaba Europa por el único lugar por el que podía hacerlo. A la luz de su torre y su indescriptible magia. Aquél que me mueve como ninguno. Lo hacía en mis propios colores y texturas; tal y cómo fue toda esta aventura. Maravilloso cierre para una gran etapa de mi vida.

El necio

Silvio Rodríguez - El necio

from now on

martes, 12 de julio de 2011

Bruxelles


Era la escala media. La que fue ideada de última hora. Verdadero hogar del chocolate y de Tin Tin. Espacio fascinante que me recibió con pato y, una vez más, con la comanda de ingresar al servicio exterior. El juego de los contactos mientras me perdía entre antigüedades y galerías.

Ciudad elegante que se conflictúa con las capitales cercanas. Centro de Europa en el que la francofonía refunfuña de sí misma. Espacio de cervezas de cereza y de otras cientas de variedades por horas al compás de un cello festivo. Mejillones, masones y Magritte, Magritte, masones y mejillones. El ajedrez como último símbolo de lo que fueron todos los demás viajes. El adiós parcial al amigo entrañable.

El tabasqueño, su historia y la mía. Lo que es y lo que no será. Ciudad a la que llegué y me fui en una sorpresa con incrustaciones de oro comerciante. Fabulosa escala. Totalmente inesperada.

lunes, 11 de julio de 2011

¿Y si sí?


Tal vez sea ya otro México. Más allá del futbol.

sábado, 2 de julio de 2011

Legum Magister

Ahora viene lo que en verdad vale.

Lusitania


Esta vez comenzó distinta. Ahora vendría la Chemistry y con ella el hogar y su calor regresaba a mí después de tanto. Marcaba el final de una época y también aventuraba que las pautas de este viaje serían otras. Horarios, prisas, vorágine y carencia de horarios de comida. La forma perfecta para hacer como que se conoce, no como que se disfruta. Mi antítesis. Éste era un lugar que sólo se puede disfrutar verdaderamente si se anda con la cadencia misma del lenguaje.

Sin embargo, ello no fue suficiente para impedirme oler los techos a dos aguas y las entirminables lozas rojas. Sao Jorge, como guardián del viejo mundo. Una ciudad que se cae a pedazos con una melancolía festiva. El comienzo del oceáno y a todas luces el final de Europa. Más allá de Lisboa te pierdes en los colores de Sintra y en la indescriptible belleza de los paisajes enmarcados en verde. Aventurándote un poco más está el fin del mundo antiguo y Cacais y Estoril como muestras de la opulencia venida a menos. Fantásticos escapes.

Ya cuando el día fue sólo para mí el ritmo se fue entorpeciendo y encontrando el compás que requiere un lugar así. Alcántara como el perfecto lugar para sólo dejarme pasar justo después de haberme perdido por los callejones en los que las paredes pierden el color. Ése mismo lugar de ventanas rotas de las que se escucha salir el Fado que les dejó la Rodrígues.

Un lugar meláncolico que te atrapa de golpe y sin esperarlo. Llegué ahí en una coincidencia y me fui aceptando la invitación de volver a un recuerdo que no existió.