Enero no va acompañado. Empieza pero no abre.
Este año sucedió como muchos otros. Cosas no claras y pequeñas muestras de las minucias que hay por ahí. Nunca significativo de lo que viene.
Inició con calma y recuerdos de comienzo, con carencia de certeza y con viajes, como suele hacerlo. Otra vez tocaron celebraciones con el núcleo y momentos que se exprimieron al máximo. Planes que jocosmente sabría que no cumpliría pues el tiempo se usa para lo que vale. No obstante, tabúes burocráticos que desperdiciaron parte de él se entrometieron en mi camino.
De vuelta a la nueva realidad vino el encerrón y con él el tiempo de deshilvanar las ideas de nuevo. La voluntad puesta a jugar una vez más y con ella la primera llamada del año que podría cambiarlo todo en el futuro. La primera meta cumplida vino consigo.
Enero se va con la sensación de nuevos aires e historias que vendrán. Así también, con un pequeño resquicio añejo. Aunque, como siempre, en realidad no diga nada.