martes, 30 de noviembre de 2010

noviembre


Noviembre fue un mes de emociones, un paseo completo por el espectro de sensaciones. Como siempre, este mes cargó consigo todo el año. Compleja estampa que fue saboreada parsimoniosamente a través de sus días.

Empezó abrupto con cambios de esquemas y recuerdos. En la algidez plena llegó un lugar tan anhelado que catalizó de formas indescriptibles los cambios. Una expulsión catártica y regeneradora de sentimientos que fueron coronados a la luz de las luces. Plenitud total. Todo ello en el marco de una celebración silenciosa y distinta que contradecía lo que habían sido otros años. Tiempo para mí y de mí.

El mes continuó deshilvanando las ideas y con ello el talento o sus pretensiones regresaron y empezaron jugar de nuevo, como siempre lo han hecho. La cosecha del año y de muchos atrás empezaban a surgir. Las evidencias de la tenacidad traían consigo validaciones inesperadas y potentes. Tremendas sonrisas imposibles de esconder.

Mes de primeras veces y ocurrencias ajenas. La confirmación de una vida temporalmente distinta, con personas distintas y prácticas similares, pero no alejada de lo que me forja ni de quienes lo hacen. Vínculos eternos y felices. También, el mes gestó planes y esclareció líneas a seguir en el futuro. Certezas naturales y aventuras por llegar.

Noviembre corroboró lo que soy, quién soy y de lo que estoy hecho. En noviembre fui yo.


casa de tarde


Naranjas abruptos y tenues vainillas en el cielo del valle. La jungla terrible una tarde cualquiera. Maravilla.

lunes, 29 de noviembre de 2010

snow


Todas las mañanas abro mi ventana y trato de predecir mi día. En realidad es una mentira tempranera, pues en un lugar en que el clima cambia cada veinte minutos eso es casi imposible. Hoy, contrario a todos los demás, supe desde el inicio cómo iba a ser.

Esta vez fue la primera en que vi un paisaje completamente blanco. Como niño chiquito esbocé una ginganteza sonrisa y sí, tuve que arrojar bolas de nieve a blancos indeterminados. Por la noche, después de una serie de pequeños eventos me di cuenta de que por la mañana había tenido razón. Me levanté y sólo supe que sería un buen día. Lo fue, en todos los sentidos y extensiones.

Shooting Stars

Bagraiders - Shooting Stars

¡Maravilloso para caminar entre la nieve!

domingo, 28 de noviembre de 2010

w & w


Y de repente te encuentras caminando solo a las cuatro de la mañana a menos seis grados. La mezcla wine & whisky como pretexto, una vez más, a pesar de que de antemano se conocen perfectamente sus consecuencias. Las mismas prácticas entendidas de formas tan distintas. El frío desconocido que ya cala y el recuerdo del estado actual de las cosas. Tantos cambios y contextos que se alteran. Ideas pasajeras surcando la cabeza mientras la hora de camino a casa estaba por terminar. La mezcla de lo viejo y lo nuevo, de lo nuevo y lo viejo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Sea

Jorge Drexler - Sea

Ya que me lo perdí, de nuevo... un vaivén agusto para estas temperaturas bajo cero.

¿pil?


Ayer, en medio de una multitud, me llamaron public international lawyer. Viniendo de una jurisdicción en la que ese concepto no existe, una frase así simplemente suena extraña, saca de contexto. De repente caí en cuenta, no sólo del término, sino de mi pertenencia a un grupo. Idea aún más extraña pensando que en casa había muy pocos con los que podía compartir ello y que ahora incluso son menos.

El mote viene en una semana en la que las llamadas inter-europeas me hicieron remontarme a los años en los que empezaba a jugar. A la pregunta expresa ¿te imaginabas que íbamos a estar aquí, así, ahora? no supe qué responder. Lo sentía, lo olía, más no lo sabía, supongo. Ello también a dos días de enterarme que mi última aportación está siendo estudiada y de que, dos meses después de mi berrinche, me di cuenta de que dos de mis argumentos más técnicos los había ganado. Creo que ante la furia que me causaron las principales, me olvidé de las accesorias, tal vez jurídicamente más desafiantes.

Irónicamente, minutos después de tan desconcertante declaración estaba ya apurando el paso para tener la primera prueba de dicho estado. Con la cabeza volando desde hace tiempo me había ideado una tesis transversal, con soluciones prácticas sencillas pero con fundamentos teóricos oscuros. En el camino pensaba en que tal vez el momento en que mi temerario cinismo jurídico sería destruído había llegado. No es lo mismo pregonar en el vacío que en un lugar en el que se respira lo que pretendes hacer. Sonrisa gigante al saber que no fue así. Por el contrario, recibí una de esas respuestas que te llenan, que te indican que vas por buen camino; no en la tesis, en la profesión. Durante la gélida caminata a casa no pude más que pensar en lo que había avanzado, en la satisfacción pasajera y en la gran tarea que tengo por delante para que se vuelva permanente.

Hoy, después del golpe de emociones, me llevé la que menos me esperaba. La más grande y fantástica. Al término de un seminario, El abogado, el de mil publicaciones y mil batallas, me expresó que le había interesado mi tema y que el próximo año me ayudaría también a sacarlo. Decir sonrisa es poco. Incontenible.

¿Public international lawyer? Si, sí, ¡qué divertido es serlo! ¡Qué desafiante, también! Siguen lloviendo sonrisas. ¡Rooooooaaaaaar!






lunes, 22 de noviembre de 2010

domingo, 21 de noviembre de 2010

deambular


Hace algunos años N me contó que su mamá le dice " la papa viajera". Me fascina el término. Es fácil de visualizar e igualmente contradictorio. Cuando la apodaron así N no tenía un rumbo fijo y tenía muchos domicilios. Últimamente he meditado esa idea.

Ahora que tengo un viaje en puerta, justo antes de tener otro más, me imaginé como el Ulises Lima de Bolaño. La idea de deambular por la vida se vuelve de pronto seductora. Lo es más porque sé que tengo base. Si Lima salió de la Condesa, ¿qué diferencia salir de la del Valle? La profundamente reconfortante sensación de que regresaré al muro rojo; que ahí está para cuando lo necesite.

Con esa certeza, me gusta idear a dónde me llevarán los Camper viajeros ahora. Ya sé de tres lugarcillos que llegarán el próximo año y dos más que se quieren poner guapos, también. Pero yo no lo haré como "papa viajera". Cuando se hayan cansado ya, tendré el muro rojo como mi base a la que siempre regresaré.

little break


Cuando en la carrera hice mi tesis peleaba siempre por encontrar fuentes. Malabareaba por todas las bibliotecas de la ciudad, me colaba a otras universidades y buscaba en cada rincón de México esa pequeña cita que aportaría aunque fuera un poquito a mi trabajo. Ni siquiera hablo del contrabando de bases de datos; gran práctica que me salvó la vida. Ahora es diferente.

Escribir mi tesis de maestría ha presentado otra clase de retos. Tengo menos tiempo, pero sobre todo, aquí he tenido que aprender a manejar la abudancia. Nunca había exprimentado la sensación leer una nota al pie y sólo tener que caminar unos pasos para encontrarla.

Que tu primera cita al pie sea de un libro de 1912 es maravilloso. De todos modos, al parecer sí existe cosa tal como suficiente, incluso para alguien tan clavel como yo. Hoy, de plano, cierro el changarro.

domingo, 14 de noviembre de 2010

semana extraña


Semana extraña. Comenzó casi en México e inmediatamente después con mariscos distintos. Luego siguió corriendo hasta que me hizo llegar a mi puerta. En ella me detuve ante globos de cumpleaños enviados desde muy muy lejos. Historia añeja y olvidada que de la nada resurgió. Bueno, sólo por ese pequeño incidente. Luego vino un cierre, aunque más bien fue un remache. Raro aún. De ahí fue retomar lo perdido, regresar el talento con todo y confirmación. El fin fue difuso. También cerró mexicano y fue improductivo como no me hubiera gustado que lo fuera. Semana extraña.

sábado, 13 de noviembre de 2010

"Empowerado"


Llevaba un mes con nudos en la cabeza. Sin desamarrarlos la creatividad simplemente no estaba fluyendo. En algún momento llegué a cuestionar si todavía quedaba algo de ella. Ahora que las cosas han cambiado mi cabeza está volando de nuevo.

Entre la tesis y los catorrazos en grupos pequeños de estudio me di cuenta de que los nudos se iban deshaciendo. Volví a creer cuando hacia el final de la semana un argumento que redacté, base de mi crecimiento y pequeño gran gustín interamericano, no sólo se analizó en Cambridge, sino que se le dio la razón. Sonrisota al ver que lo que alguna vez creí sólo hacer por mi país también puede ser sujeto de análisis en otros lares.

Las ideas coherentemente absurdas empiezan a regresar. El toque sigue ahí. Todavía puedo seguir jugando. Lo voy a seguir haciendo...

jueves, 11 de noviembre de 2010

martes, 9 de noviembre de 2010

...


Esta vez sólo fui yo. Ya estoy en paz conmigo y eso era lo único que necesitaba. París me dio eso último. Te lo imaginabas; sabías que era mi lugar. Buena suerte.

Adiós.

lunes, 8 de noviembre de 2010

P_r_s

Todo empezó con un croissant y un espresso porque la regla lo dicta así. Porque el pan de mañana inevitablemente anuncia que el día será bueno. ¿El espresso? Ése es el remedio natural para la fragilidad de la noche. La misma que me había visto llegar después de los cielos pastel de Degas y que había anunciado que eran veintiséis ya. Caminaba cuando en el Boulevard des Invalides me encontré como tal ante la lluvia temprana que parecía indicarme que desde ese momento todo cambiaba y todo lo iba a lavar. Fue un aviso porque al llegar al Jardin du Luxembourg había callado ya. El único sonido que percibía era el del tapiz de las hojas crujiendo a mis pies. De ahí, nada. Se detuvo todo. Respiré profundo y comenzó a salir. Anduve de nuevo hasta que mis sentidos se potenciaron abruptamente cuando los colores comenzaron a mezclarse. Formas y texturas conocidas se combinaron con los aromas del mar y la campiña. Colores cítricos y crustáceos acompañaban el delicado añejamiento en Rue Descartes. Justo ahí donde me vi en la imperiosa necesidad oler y mancillar quesos de todos tiempos. Había regresado la fusión de sentidos que en la isla había perdido. Pero siguió saliendo y la necesidad se apoderó de mí en la Señora. Añoré casa justo con una muestra de ella. Imploré por todo. Lo que fue, lo que es, lo que no, lo que será. Serenidad manzana que disfrazaba la violencia que volvió cuando terminaba de pasar por las dulcerías del cuarto arrondissement, cuando ya había perdido el rumbo. El paso errático como consecuencia natural de este lugar. En la algidez de la desesperación tonadas festivas y contradictorias llegaron a mis oídos. El ejercicio de la libertad en el lugar en el que siglos atrás se había gestado. Continué con mi caminar dudoso hasta que sin quererlo, como todas las maravillas suceden, me encontré con un lugar que me pareció familiar. Mi pequeño amor de mis primeras nociones aquí. Place de Vosges me detuvo a sólo dejar pasar el tiempo y recordar quién era yo. Tonadas de la franconfonía me acompañaron a registrar todo ante la indubitable sensación de que algo había cambiado ya. Otro espresso y una bombita au chocolat me lo confirmaban. Por primera vez en mucho tiempo quise fumar como antes, como cuando tenía que coronar los momentos perfectos. No lo hice, al parecer la voluntad puede ya más a pesar de haber sido el momento ideal. Mis Camper viajeros me llevaron a Place de la République cuando el cielo se volvió a romper, como ya lo había hecho antes en mi despiste por Boulevard Voltaire. Decidí no resistirme de nuevo. Ante todo lo disfrutaba tanto y sabía por qué el agua estaba aquí conmigo. Dejé que hiciera lo que había venido a hacer mientras sin notarlo la ciudad se volvió negroide y magrebí cuando la noche cayó. Dejaba los Gares du Nord y de l’Est pero mi cabeza había dejado estar ahí desde tiempo atrás. De repente paré y ante un letrero que señalaba que era el momento de subir los adoquines me guiaron hasta los faros de Montmartre. Mis pies, melancólicos ya, subieron a Sacré Couer para sólo suspirar mientras el viento helado lo hacía conmigo ante la imagen completa de la ciudad. La que me mueve y despierta tanto en mí. Entré y fui recibido por cánticos teos que me invitaron a quedarme en el calor de ese lugar. Cuando salí el lugar cambiaba de nuevo y se había vuelto rojo. Vulgaridad gozosa que hace que este lugar se explique de tantas formas y féminas que me ofrecían cariño obstruían mi andar por las luces de neón. La última o primera escala del día estaba pronta y el paso debía acelerar. Me recibía saltando mi pequeño superhéroe sin recordar lo que un año atrás había hecho por mí. Por fin, después de un mes, empatías. Me reencontraba con el Doctor al cual había extrañado tanto cuando la oficina se volvió gris. Naturalmente, las horas se hicieron cortitas y el vino y el queso escasearon. Tanto que externar y tan pocos impedimentos. Cuando la ciudad había muerto el lugar se convirtió en una escala no planeada y extendida que no indicó mas que la calidad de amistad que tenía ante mí. A la mañana siguiente era tiempo de partir no sin antes disfrutar de la energía de la bilingüe y feliz calamidad de dos años por una última vez.

En mi camino el cielo se partió de nuevo. Lo dejé hacerlo mientras la necesidad de un baño se hizo latente y un pequeño descanso era obligatorio antes de continuar mi trayecto sin rumbo. Fue imposible hacerlo sabiendo lo que había ante mí. Bajé en Solférino para instantes después perderme profundamente en un pequeño e interminable mar de Cézzane. Tristemente, el tumulto me invito a salir de ahí teniendo que dejar enfrente un pretexto para volver. Gozosas mentiras ante la falta de necesidad. Lodo en el Jardin des Tuiliries mientras las castañas empiezan a venderse ya en este época del año y las palomas cambian el color de la estatua de Renommée. Repudié el imperio como ya lo había hecho antes con la idea de ingresar al palacete ante mis ojos. Caminé sin rumbo por la arquitectura gótica cuando mis entrañas me dijeron que era de nuevo tiempo de parar. Dos clichés de media tarde para aminorar el hambre. La primera de siempre y la segunda de mi primera vez aquí y su cítrico sabor gasificado. En zig-zag la tarde dejó de serlo y me encontré dónde de los edificios cuelgan banderas, cada una de distinto color, las marquesinas tienen nombre y apellido y donde enfrente del Palais de l'Élysée un guardia en exceso de dimensiones parecía indicarme que no debía permanecer mucho tiempo ahí. En el obelisco de punta dorada y concordia era de noche ya y yo debía emprender el paso por el camino de la victoria. El delirio de masas que en la noche lo es de cualquiera, cuando la luz parece regresar. En el arco me reconocí para acompañar la guardia de honor que enarbolaba los valores de la República. Por asombro callé. Regresé por el camino de las marcas cuando la lluvia apareció de nuevo. Ya no importó. Comenzaba a despedirse y me acariciaba diciendo que había vuelto a ser yo ya, que había hecho su trabajo. Quería cruzar el Pont Alexandre III y el oro que lo resguarda. Ante mí, de nuevo Les Invalides como la primera vez que estuve aquí y como había empezado el viaje. Esta vez oscuro y calmado. Los faroles me hicieron voltear la mirada. La noche silenció y la lluvia se detuvo justo en medio del Sena ante la imagen de mi vida. Tuve que callar y mirar y mirar por tantos minutos sin poderme saciar de aquella torre y su indescriptible magia. No podía con el momento ni conmigo. Brotó de nuevo. Añoré, entendí, me maravillé y la fusión de olores, sabores y esencias llegaban a la cúspide en el momento en que todo cobraba sentido. Todo lo había valido. De ahora y de antes. Caminé hacia allá hipnotizado. Llegué de ladito; por donde no entran los extraños, callado, gustoso. La disfruté. Me empapé de todas las sensaciones que al año me habían hecho traer hasta aquí. La calma por fin llegó a mí. Crucé Champ de Mars no queriendo voltear porque conocía el olor de la despedida. Dándome cuenta que no había olvidado el idioma del todo, el fruncido sabor lo cambié por aquél de un último manjar. Inevitable forma de casi terminar mi paso por aquí. Mis piernas no podían más cuando llegué a la ventana donde la había visto la primera noche. Junto con un Bordeaux y un Emmental comencé a escribir. La única forma en la que pueden terminar los momentos de vida.

Antes de irme pasé a ver a la más hermosa de las tricolores ondeando con todo fulgor. A la par de vieja amiga, degusté frutos de los mares de Normandía traídos a mi mesa este mismo día. Como rogándome que no me fuera, el laberinto de trenes me hizo perder el rumbo. Al encontrarlo corrí, corrí y corrí mientras pensaba que no quería hacerlo, que no era malo y sólo había que detenerme para seguir continuando con mi amorío. Llegué. El amorío no se acabó.

Paris signifie beaucoup pour de nombreuses personne. Pour moi, c'est encore plus.

Eet

Regina Spektor - Eet


veintiséis


Comenzó con Slivotiza y la idea confusa de Europa central a mi lado y en mi vida. Hubo impactos previos que convirtieron esa pequeña tertulia en un primer escape de celebración. Continuó con la añoranza de lo que otros años había sido mientras las escasas, pero sumamente importantes, llamadas de teléfono comenzaban a entrar. Al tiempo en que a una lluvia fúrica le siguió una tenue intentaba disimular mi voz entrecortada y la melancólica necesidad de estar allá. De repente, ya cuando surcaba nubes galas y Regina me hablaba al oído la serenidad llegó a mí. Cielos rosas y aborregados me recibieron en el destino feliz, el que anhelaba desde hace tanto, mientras el ciberespacio seguía registrando mensajes que me tenían como destinatario. El aroma de la vida viva de este lugar como mayor regalo. Huîtres, confite de canard y crème brûlée porque qué mejor regalo. Finaliza, como terminan los días que me cambian: escribiendo. Esta vez con la torre a la vista como mayor ejemplo de que éste fue uno sólo para mí. Para atesorarlo en chiquito, en privado.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La vida es más compleja de lo que parece

Jorge Drexler - La vida es más compleja de lo que parece

pañuelo


El mundo es un pañuelo. No por la posibilidad de coincidir con alguien; eso es un cliché. Lo es por la capacidad de empatía que se puede presentar en circunstancias tan distintas y llevarse a hechos muy concretos.

Curiosas muestras de historias que me llegan hasta estos lares.

puente de noviembre

Todos los años el puente de noviembre y el cumpeaños de mi papá fungen como el pretexto perfecto para reunir a la familia. Me hubiera gustado haber estado ahí. Irónicamente mi presencia estuvo asegurada gracias al Skype y la conexión a internet de mi tía.