jueves, 30 de diciembre de 2010

dos mil diez

Éste, se suponía, sería un año de transición. Planeaba poco a poco ir cerrando ciclos para preparar mi partida. En un escenario así, no podía traer mucho. En realidad, sucedió todo lo contrario. Año de cajitas de Pandora, todas por ser abiertas. Todas las abrí. Ésa, sencillamente, es la imagen que guardo para entenderlo.

Empezó con la fiel creencia de que los días se viven de uno en uno. Con ello todo cambió. Ante lo que tenía y sabía que vendría, vivir se hizo fácil y emocionante. Conforme avanzaba, ese tono se fue desvaneciendo hasta convertirse en el tiempo de los futuros. Se volvió el momento de entender y comenzar a idear de nuevo.

Año en que pisé seis tierras y en el que los motivos que me llevaron ahí englobaron los motores de mi vida. Todos tan distintos, cargados de su propia fuerza y que en sellos en el pasaporte irónicamente reflejan todo lo que me importa y soy. Aun así, ante todo, fue año de México, como meta e ideal, y no sólo como celebración. La noción pasional que me hace seguir trazando mi camino. Esa misma noción reflejada en muchos de formas distintas y descabelladas y que este año también fue idealizada a través de un balón. La verde y el desenfrenado amor por un juego que nunca deja de rodar. Esta vez lo viví de una forma mucho muy distinta. El Lil’ Pea y la confirmación de lo que J y yo creímos desde la primera vez que lo vimos. Los grandes momentos que produjo este año y la forma en que los compartí.

La idea de México se volvió todavía más latente cuando me tocó serlo de verdad, por fin de verdad. Como parte del camino andado éste había de ser el tiempo de confirmación, de dejar de ser el soñador y convertirme en un verdadero actor de lo que creo. Así fue. Lo que en el pasado había implicado una participación discreta y fuera de foco me llevó este año a pararme enfrente de un tribunal a aportar, sólo eso, lo único que me importa. Momentos de júbilo pleno, de realización, que fortalecieron mi compromiso y mis pasiones. El sentimiento de ingerencia y responsabilidad por mi país y la ciencia que me apasiona. Antes de ello, probaditas de academia con dos conferencias que me decían que las cosas estaban prontas a llegar. Espaldarazos, reconocimientos, pero de manera más gratificante aún, confianza dada que, entre otras cosas, me encomendó plantear y sostener nuestra posición de tú a tú ante secesiones unilaterales. En el medio, inmunidades, torturas, motes, límites, interpretaciones y la sensación de que estaba cambiando algo, de que lo que hacía valía para que las cosas fueran mejores.

Todo ello me llevaría meses después a la isla. El último punto de la agenda se cumplía y con él la vida cambiaba. Comencé a devorarme nuevas y esperadas letras; también, a medirme con otra vara. Felizmente, he tenido la fortuna de poder con las dos, de comerme a las dos. Irónicamente, una de las cosas que me acarreó ahí fue la misma que me consolidó y viceversa. El exterior validando mi trabajo del año y de los anteriores. La convicción de que tengo mucho por hacer al interior y de que no me detendré. Maravillosas sorpresas que llenan y comprometen. Mismas que me llevarán a trabajar con JC y los caminos que puedan abrirse de ahí. Todas ésas, nociones difusas y extrañas que por mucho tiempo parecieron lejanas y en peligro. Por eso, al llegar ahí tuve que irlas digiriendo con calma, con el silencio que el lugar me otorgó. Acarreando tanto conmigo, mejor regalo no pude tener. Para ese momento el año ya empezaba a cobrar factura y era el tiempo de empezar a hacer reflexiones.

Decir que fue un año compartido es de alguna manera cierta, pero incorrecta a la vez. Mi vida, mis aventuras y mis sensaciones sin duda las compartí, recibiendo a cambio apoyo y confort incondicional, como quien lo merece todo; no siendo así. Eso no es equitativo, no es compartir, es un gran regalo. Tantos conmigo que estuvieron por tanto que pasé. Lo mejor de este año. Ante todo mi familia, mi verdadero y más grande refugio. También, los desinteresados alientos de amistad y yo tan infinitamente imponente de devolverlos al grado en el que los absorbí. Cada uno de los 1/3 Jardón: A, G y B, mis pilares. Los que celebraron cuando mi felicidad no pudo ser más radiante, los que me levantaron cuando el dolor no dejó más de mí, los que estuvieron cuando simplemente ya no supe que sentir. Sus innumerables horas desperdiciadas en las locuras, pasiones e irracionalidades que insistentemente tuve que externar. Mi interminable agradecimiento y amor. KP, mi compañera absoluta de tantas y tantas batallas. Mi queridísima padawan con la que no dejaré de caminar, su fe en mí y, a veces, sus ganas de interponerse en mi propio fuego cruzado. D, la odisea por sus lares y el sin fin de conversaciones cibernéticas. La cercanía emocional que no se traduce en compatibilidad académica. N y su siempre feliz presencia. La que cambia los esquemas de mis días y la única que siempre, inevitablemente, me roba una sonrisa. L y la amistad y convicciones que perduran; no importando el tiempo y las latitudes. Camino conjunto que sólo se entiende conjunto. M y su eternamente gratificante compañía. La que le da racionalidad a mis irracionalidades y la que vuelve sencillo todo lo que no lo es. La calma simple que me otorgó incontables veces al tenor de un sake o los whiskys de los ya no tan constantes jueves. R, diciéndome “jefazo” y berricheando por mí y mis locuras. El que se la avienta siempre en las últimas y hasta el final. M, mi capitán de nave espacial, mi compañero y el hermano que gané este año. A, mi coach, mi consejero, mi amigo. El que por más que pase el tiempo y las circunstancias cambien el lenguaje no, la facilidad tampoco. Todos y todos los demás que me acompañaron, porque el mejor descubrimiento de este año fue el entender que nunca he estado solo, que mi voz tiene eco y que por circunstancias de la vida algo debí haber hecho bien para recibir tanto y ser tan afortunado sin poderlo explicar fácilmente.

Faltaría si no mencionara a K y todo lo que significó. La eterna sonrisa. El gozo de saber que lo que tanto intuí era real. Calabaza, entre otros motes que ella no conoció, y con ellos el cambió de dinámica para siempre. Ser lo que nunca habíamos sido. Un primer beso en tierras lejanas y el último aliento del día con el que me dijo las dos palabras que más valen. Dos de las vibraciones más penetrantes que he sentido en la vida. Meses de una fuerza indescriptible, insaciable, que me llenó profundamente. Recibir una fúrica propuesta de matrimonio como muestra de una sensación que iba más allá de los dos; aquélla que era tan clara pero que parecíamos rehusarnos a entender o querer. Compartir absolutamente todo lo que vale, lo que va por dentro, y lo pequeño, lo que hace los días. Curiosas coincidencias al ver la vida presente y futura. Un Güini Pu de un lado y chicles europeos, uno por cada día, del otro. Todo lo que acarreaban consigo. Mis berrinches ocultos ante su infinita capacidad de darme calma y los suyos, no tanto, cuando yo podía hacer lo mismo con ella. La sencillez de conocernos como nadie lo había hecho y como difícilmente alguien podrá hacerlo. Lo que creyó en mí. Lo que creí en ella. Lo que me pudo dar. Lo que le pude dar. Pero también, gritos y sinsabores, subidas y bajadas, dudas y verdades a medias. Momentos que no se entendieron más. Quiebre silencioso. Decisiones que se tuvieron que tomar. La confusa idea de que se puede llegar a querer de más hasta olvidarse de uno mismo. Ahora que ya no está prefiero sólo quedarme con aquella compenetración absoluta, con la sensación de que pudimos haber construido tanto juntos, con todas las sonrisas que le robé y con la felicidad plena que algún día sentí a su lado. Se volvió parte de mí y me volví parte de ella. No me arrepiento de nada y no espero más. La vida que dicta los pasos y caprichosa juega hasta que acomoda las cosas a su placer.

Este también fue un año de caminos y de procesos. Año en el que cumplí uno sin humo y diez de vagar. Siguiendo ciegamente un trayecto que no tracé pero que día a día toma forma. Año que me consolidó. Año en que me hice preguntas, muchas por primera vez. Año de algunas respuestas. Año que se explica de manera musical. Lo abrió Regina y lo cerró ella de igual manera. Empezó con Lasso y terminó con Lasso. Circuit Breaker de Röyksopp diciéndome justo lo que sentía, Norah Jones buscándolo refrendar. The XX la mejor banda y los Kings of Convenience la de siempre, la que me descifra. Drexler y sus reinvenciones por fin en contexto y fuera de él.

Año que se midió diferente, en el que con una nueva calma pude ir entendiendo. Año de sabores, de sensaciones, de sentimientos que abarcaron todas las amplitudes. Año completo, en todos los sentidos. Año tremendamente feliz, profundamente triste, avasalladoramente abrumador, irónicamente contrastante y totalmente mío. El más intenso de mi vida. Año de lunas en el que a pesar de ser intangible siguió siendo determinable. Sencillamente, uno de los mejores.

Al final, después de tanto que viví y enfrenté, de todo lo que me deja, saco una conclusión: soy quien siempre quise ser. Maravillosa revelación. Me faltan y me sobran cosas, situaciones y personas, pero, después de todo, el camino que llevo es el que ideé. Las piezas y las circunstancias tomarán su lugar como deban hacerlo. Yo seguiré recibiendo y aceptando la ráfagas y estruendos que la vida me quiera traer. Este año, como todos, como ninguno, estuvo repleto de ellos. El que viene simplemente será el que viene. No pido más.

lunes, 27 de diciembre de 2010

diciembre


El mes empezó con el primer adiós a la isla y de ahí el momento llegaría para empezar a recopilar todo. Un poco antes de ello, una última escala europea para celebrar viejos tiempos, para planear los que vienen. Amistades y certezas que no se pierden sino sólo se disfrutan en otros contextos en realidad no tan lejanos.

Diciembre me trajo de vuelta a casa y a mi verdadera vida. En poco más de una semana pude aglomerar y celebrar todo un año. Todos de nuevo. Celebraciones que se extendieron y se agendaron a más de una por día. Yo entendiendo y saboreando cada instante. Gozo total, no sin aceptar que también sentí la ausencia. La vida casi como era antes.

El mes avanzó y me llevó al naranjo y el verde negroide. A cobijarme en la casa vieja. A descansar el año y dejar que los últimos segundos transcurran en una calma que contradice todo lo que fue.

Con este mes se apaga el año. Uno que recordaré por siempre. Uno que me lo dio todo.

Arpeggi

Greenwood/Yorke & London Sinfonietta - Arpeggi

verde negroide


La tarde en los cuarenta metros cuadrados del cuarto de mis papás y la sensación de que estos son los momentos que guardaré por siempre. La noche al tenor de la luna que se asoma, las noche buenas y el verde negroide. Escribiendo en la penumbra de la interperie y exprimiendo los últimos segundos de este, un año fantástico. Lo corono en el lugar de siempre.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

al final


El año reposa ya en el lugar en el que siempre termina. Después de subidas y bajadas culmina en calma, como siempre lo hace. Verde y tierra mojada. Lunas eternas y fantásticas, como las que pedí al principio, llegan a despedirlo. Poco queda ya.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Chez-Nous

Radaid - Chez-Nous

back


Estar en casa y el sentimiento de pertenencia. Una semana estrepitosa que pasó por prácticas preparatorianas y el tiempo regresando ahí por un instante. Curry verde e historias cercanas. La gama entera del maíz y el chile junto con alcoholes de compañía. La torre naranja y los proyectos pasados y futuros. Historias, historias e historias; todas tan presentes. Pisar cada lugar y que te reciban con un abrazo y con el gusto de saber que estás aquí. Devolverlo con una sonrisa y tratar de demostrar que el gusto es mayor para mí. Interminables conversaciones y alegrías con mis pilares y con quienes me impulsan a seguir. Ni un día solo, como nunca lo he estado. Revivir un año que se había terminado tiempo atrás, pero que no por ello debía dejar de ser celebrado. Compartir todo con todos los que lo valen.

there

De pronto, parado en el balcón de mi segundo hábitat, me encontré de nuevo mirando hacia dónde solía hacerlo meses atrás. En ese momento noté la ausencia. La vida casi intacta y el rol que se sigue cumpliendo.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

de efe


Doy tres pasos más y ya todo huele distinto. Una ciudad vertiginosa en la que nadie se parece pero todos son iguales. Sabores violentos en cada esquina. Contrastes fúricos en cada cuadra. Lugar en que los colores avasallan y completan a donde se mueva la mirada. Explosiones contínuas y transfusiones de sensaciones que se mezlcan ya sea de día o de noche.

Ciudad que vibra, que está viva todo el tiempo. Yo tan, pero tan, feliz de estar aquí. Mi hogar, la jungla terrible.

The Call

Regina Spektor - The Call

jueves, 9 de diciembre de 2010

Actually, it is ...


Tres semanas antes de Navidad, a unas cuantas cuadras de Notting Hill, y el entendimiento de que actually, it is indeed all around. Bueno, casi. Me voy a casa para disfrutarlo de verdad.

Nethernetherlands


Con una botella de Glenfiddich dejé la isla. Junto con ella, la única intención de ver a otro de mis hermanos; uno con el que empezó el juego. Lo que viniera después sería todo ganancia.

Ya en la tierra de la casa de Orange no había siquiera dejado la maleta cuando ya estaba degustando brebajes belgas y comprobando que en ese lugar no hay magos de los que habla Bianchi. Irrelevante en realidad pues los días que siguieron no estaban destinados a ello, sino sólo a religiosamente cumplir con el ciclo comer – tomar en repetidas y abundantes ocasiones. Así fue como el Glühwein, las La Chouffe y las Luvel fueron consumidas con benevolencia y en contextos que significaron ver a R y a R de nuevo, que un gigante me diera un pase para ver al Ajax, al tiempo en que el cantinero me respondía descontextualizando un “¡órale, güey!”, o un inevitable clavado en los veinte centímetros de nieve antes de escuchar dutch cantado y vestido para concierto. Los salchichones, las delicias lyonesas y los risottos acapararon mi atención en medio de todo ello, también.

En la casa del diseño industrial y donde Van Gogh necesariamente tiene que ser visitado, me di cuenta de que a diferencia de otros turistas yo no soy Ámsterdam, pero que el whisky se pinta solo y con él las pláticas que llenan y dejan algo como aquéllas del sillón rojo cuando L y yo vivíamos juntos. Vestigios del camino que empezó conjunto y que demuestra que no con cualquiera se tienen empatías de tenacidad – o “clavadez”- como para tomarlo mientras en la pantalla Crawford y Pellet “pleadean”.

Dos días atrás el palacio de nombre incierto donde se encuentra la corte de derecho, pues el apelativo no es verdadero, y la extasiantemente profunda sensación de estar en mi propia meca. La certeza de que algún día regresaré, aunque sea a poner un puesto de jugos. El cielo cayéndose en copos de talco mientras justo al salir, de la nada, llegó a mis oídos Come Away With Me y la vida me recordó que le gusta bromear en momentos muy particulares.

De Holanda me llevé mucho que no esperaba. Salí con la prueba fehaciente de que sin atribución simplemente no hay nada ni lo habrá jamás, con unos Camper viajeros nuevos que acompañarán a los anteriores, con el descubrimiento de Sinterklaas y la ilusión de convertirme en malo para que a mí también me lleve a España, de preferencia antes de marzo.

Something good can work

Two Door Cinema Club - Something Good Can Work

de salida


Un súbito cambio de planes en el último minuto renueva las carreras; la forma en que siempre salen las cosas. Irresponsablemente se ha vuelto algo muy mío. Mamá me busca olvidándose qué hora es de este lado del mundo. Mejor descuido no pudo haber tenido. En tres líneas me hace sentir lo que necesitaba y el anhelo de regresar a casa se vuelve latente.

Me levanto más temprano de lo usual. Contradiciendo mis carreras, todo está listo . Camino bajo la nieve como si nos conociéramos desde hace mucho. En el trayecto a la estación, un extraño, a través de sí, me recuerda lo afortunado que soy de tener a dónde ir. La campiña nevada me despide de éste mi primer periodo en Harrypotterland.

martes, 30 de noviembre de 2010

noviembre


Noviembre fue un mes de emociones, un paseo completo por el espectro de sensaciones. Como siempre, este mes cargó consigo todo el año. Compleja estampa que fue saboreada parsimoniosamente a través de sus días.

Empezó abrupto con cambios de esquemas y recuerdos. En la algidez plena llegó un lugar tan anhelado que catalizó de formas indescriptibles los cambios. Una expulsión catártica y regeneradora de sentimientos que fueron coronados a la luz de las luces. Plenitud total. Todo ello en el marco de una celebración silenciosa y distinta que contradecía lo que habían sido otros años. Tiempo para mí y de mí.

El mes continuó deshilvanando las ideas y con ello el talento o sus pretensiones regresaron y empezaron jugar de nuevo, como siempre lo han hecho. La cosecha del año y de muchos atrás empezaban a surgir. Las evidencias de la tenacidad traían consigo validaciones inesperadas y potentes. Tremendas sonrisas imposibles de esconder.

Mes de primeras veces y ocurrencias ajenas. La confirmación de una vida temporalmente distinta, con personas distintas y prácticas similares, pero no alejada de lo que me forja ni de quienes lo hacen. Vínculos eternos y felices. También, el mes gestó planes y esclareció líneas a seguir en el futuro. Certezas naturales y aventuras por llegar.

Noviembre corroboró lo que soy, quién soy y de lo que estoy hecho. En noviembre fui yo.


casa de tarde


Naranjas abruptos y tenues vainillas en el cielo del valle. La jungla terrible una tarde cualquiera. Maravilla.

lunes, 29 de noviembre de 2010

snow


Todas las mañanas abro mi ventana y trato de predecir mi día. En realidad es una mentira tempranera, pues en un lugar en que el clima cambia cada veinte minutos eso es casi imposible. Hoy, contrario a todos los demás, supe desde el inicio cómo iba a ser.

Esta vez fue la primera en que vi un paisaje completamente blanco. Como niño chiquito esbocé una ginganteza sonrisa y sí, tuve que arrojar bolas de nieve a blancos indeterminados. Por la noche, después de una serie de pequeños eventos me di cuenta de que por la mañana había tenido razón. Me levanté y sólo supe que sería un buen día. Lo fue, en todos los sentidos y extensiones.

Shooting Stars

Bagraiders - Shooting Stars

¡Maravilloso para caminar entre la nieve!

domingo, 28 de noviembre de 2010

w & w


Y de repente te encuentras caminando solo a las cuatro de la mañana a menos seis grados. La mezcla wine & whisky como pretexto, una vez más, a pesar de que de antemano se conocen perfectamente sus consecuencias. Las mismas prácticas entendidas de formas tan distintas. El frío desconocido que ya cala y el recuerdo del estado actual de las cosas. Tantos cambios y contextos que se alteran. Ideas pasajeras surcando la cabeza mientras la hora de camino a casa estaba por terminar. La mezcla de lo viejo y lo nuevo, de lo nuevo y lo viejo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Sea

Jorge Drexler - Sea

Ya que me lo perdí, de nuevo... un vaivén agusto para estas temperaturas bajo cero.

¿pil?


Ayer, en medio de una multitud, me llamaron public international lawyer. Viniendo de una jurisdicción en la que ese concepto no existe, una frase así simplemente suena extraña, saca de contexto. De repente caí en cuenta, no sólo del término, sino de mi pertenencia a un grupo. Idea aún más extraña pensando que en casa había muy pocos con los que podía compartir ello y que ahora incluso son menos.

El mote viene en una semana en la que las llamadas inter-europeas me hicieron remontarme a los años en los que empezaba a jugar. A la pregunta expresa ¿te imaginabas que íbamos a estar aquí, así, ahora? no supe qué responder. Lo sentía, lo olía, más no lo sabía, supongo. Ello también a dos días de enterarme que mi última aportación está siendo estudiada y de que, dos meses después de mi berrinche, me di cuenta de que dos de mis argumentos más técnicos los había ganado. Creo que ante la furia que me causaron las principales, me olvidé de las accesorias, tal vez jurídicamente más desafiantes.

Irónicamente, minutos después de tan desconcertante declaración estaba ya apurando el paso para tener la primera prueba de dicho estado. Con la cabeza volando desde hace tiempo me había ideado una tesis transversal, con soluciones prácticas sencillas pero con fundamentos teóricos oscuros. En el camino pensaba en que tal vez el momento en que mi temerario cinismo jurídico sería destruído había llegado. No es lo mismo pregonar en el vacío que en un lugar en el que se respira lo que pretendes hacer. Sonrisa gigante al saber que no fue así. Por el contrario, recibí una de esas respuestas que te llenan, que te indican que vas por buen camino; no en la tesis, en la profesión. Durante la gélida caminata a casa no pude más que pensar en lo que había avanzado, en la satisfacción pasajera y en la gran tarea que tengo por delante para que se vuelva permanente.

Hoy, después del golpe de emociones, me llevé la que menos me esperaba. La más grande y fantástica. Al término de un seminario, El abogado, el de mil publicaciones y mil batallas, me expresó que le había interesado mi tema y que el próximo año me ayudaría también a sacarlo. Decir sonrisa es poco. Incontenible.

¿Public international lawyer? Si, sí, ¡qué divertido es serlo! ¡Qué desafiante, también! Siguen lloviendo sonrisas. ¡Rooooooaaaaaar!






lunes, 22 de noviembre de 2010

domingo, 21 de noviembre de 2010

deambular


Hace algunos años N me contó que su mamá le dice " la papa viajera". Me fascina el término. Es fácil de visualizar e igualmente contradictorio. Cuando la apodaron así N no tenía un rumbo fijo y tenía muchos domicilios. Últimamente he meditado esa idea.

Ahora que tengo un viaje en puerta, justo antes de tener otro más, me imaginé como el Ulises Lima de Bolaño. La idea de deambular por la vida se vuelve de pronto seductora. Lo es más porque sé que tengo base. Si Lima salió de la Condesa, ¿qué diferencia salir de la del Valle? La profundamente reconfortante sensación de que regresaré al muro rojo; que ahí está para cuando lo necesite.

Con esa certeza, me gusta idear a dónde me llevarán los Camper viajeros ahora. Ya sé de tres lugarcillos que llegarán el próximo año y dos más que se quieren poner guapos, también. Pero yo no lo haré como "papa viajera". Cuando se hayan cansado ya, tendré el muro rojo como mi base a la que siempre regresaré.

little break


Cuando en la carrera hice mi tesis peleaba siempre por encontrar fuentes. Malabareaba por todas las bibliotecas de la ciudad, me colaba a otras universidades y buscaba en cada rincón de México esa pequeña cita que aportaría aunque fuera un poquito a mi trabajo. Ni siquiera hablo del contrabando de bases de datos; gran práctica que me salvó la vida. Ahora es diferente.

Escribir mi tesis de maestría ha presentado otra clase de retos. Tengo menos tiempo, pero sobre todo, aquí he tenido que aprender a manejar la abudancia. Nunca había exprimentado la sensación leer una nota al pie y sólo tener que caminar unos pasos para encontrarla.

Que tu primera cita al pie sea de un libro de 1912 es maravilloso. De todos modos, al parecer sí existe cosa tal como suficiente, incluso para alguien tan clavel como yo. Hoy, de plano, cierro el changarro.

domingo, 14 de noviembre de 2010

semana extraña


Semana extraña. Comenzó casi en México e inmediatamente después con mariscos distintos. Luego siguió corriendo hasta que me hizo llegar a mi puerta. En ella me detuve ante globos de cumpleaños enviados desde muy muy lejos. Historia añeja y olvidada que de la nada resurgió. Bueno, sólo por ese pequeño incidente. Luego vino un cierre, aunque más bien fue un remache. Raro aún. De ahí fue retomar lo perdido, regresar el talento con todo y confirmación. El fin fue difuso. También cerró mexicano y fue improductivo como no me hubiera gustado que lo fuera. Semana extraña.

sábado, 13 de noviembre de 2010

"Empowerado"


Llevaba un mes con nudos en la cabeza. Sin desamarrarlos la creatividad simplemente no estaba fluyendo. En algún momento llegué a cuestionar si todavía quedaba algo de ella. Ahora que las cosas han cambiado mi cabeza está volando de nuevo.

Entre la tesis y los catorrazos en grupos pequeños de estudio me di cuenta de que los nudos se iban deshaciendo. Volví a creer cuando hacia el final de la semana un argumento que redacté, base de mi crecimiento y pequeño gran gustín interamericano, no sólo se analizó en Cambridge, sino que se le dio la razón. Sonrisota al ver que lo que alguna vez creí sólo hacer por mi país también puede ser sujeto de análisis en otros lares.

Las ideas coherentemente absurdas empiezan a regresar. El toque sigue ahí. Todavía puedo seguir jugando. Lo voy a seguir haciendo...

jueves, 11 de noviembre de 2010

martes, 9 de noviembre de 2010

...


Esta vez sólo fui yo. Ya estoy en paz conmigo y eso era lo único que necesitaba. París me dio eso último. Te lo imaginabas; sabías que era mi lugar. Buena suerte.

Adiós.

lunes, 8 de noviembre de 2010

P_r_s

Todo empezó con un croissant y un espresso porque la regla lo dicta así. Porque el pan de mañana inevitablemente anuncia que el día será bueno. ¿El espresso? Ése es el remedio natural para la fragilidad de la noche. La misma que me había visto llegar después de los cielos pastel de Degas y que había anunciado que eran veintiséis ya. Caminaba cuando en el Boulevard des Invalides me encontré como tal ante la lluvia temprana que parecía indicarme que desde ese momento todo cambiaba y todo lo iba a lavar. Fue un aviso porque al llegar al Jardin du Luxembourg había callado ya. El único sonido que percibía era el del tapiz de las hojas crujiendo a mis pies. De ahí, nada. Se detuvo todo. Respiré profundo y comenzó a salir. Anduve de nuevo hasta que mis sentidos se potenciaron abruptamente cuando los colores comenzaron a mezclarse. Formas y texturas conocidas se combinaron con los aromas del mar y la campiña. Colores cítricos y crustáceos acompañaban el delicado añejamiento en Rue Descartes. Justo ahí donde me vi en la imperiosa necesidad oler y mancillar quesos de todos tiempos. Había regresado la fusión de sentidos que en la isla había perdido. Pero siguió saliendo y la necesidad se apoderó de mí en la Señora. Añoré casa justo con una muestra de ella. Imploré por todo. Lo que fue, lo que es, lo que no, lo que será. Serenidad manzana que disfrazaba la violencia que volvió cuando terminaba de pasar por las dulcerías del cuarto arrondissement, cuando ya había perdido el rumbo. El paso errático como consecuencia natural de este lugar. En la algidez de la desesperación tonadas festivas y contradictorias llegaron a mis oídos. El ejercicio de la libertad en el lugar en el que siglos atrás se había gestado. Continué con mi caminar dudoso hasta que sin quererlo, como todas las maravillas suceden, me encontré con un lugar que me pareció familiar. Mi pequeño amor de mis primeras nociones aquí. Place de Vosges me detuvo a sólo dejar pasar el tiempo y recordar quién era yo. Tonadas de la franconfonía me acompañaron a registrar todo ante la indubitable sensación de que algo había cambiado ya. Otro espresso y una bombita au chocolat me lo confirmaban. Por primera vez en mucho tiempo quise fumar como antes, como cuando tenía que coronar los momentos perfectos. No lo hice, al parecer la voluntad puede ya más a pesar de haber sido el momento ideal. Mis Camper viajeros me llevaron a Place de la République cuando el cielo se volvió a romper, como ya lo había hecho antes en mi despiste por Boulevard Voltaire. Decidí no resistirme de nuevo. Ante todo lo disfrutaba tanto y sabía por qué el agua estaba aquí conmigo. Dejé que hiciera lo que había venido a hacer mientras sin notarlo la ciudad se volvió negroide y magrebí cuando la noche cayó. Dejaba los Gares du Nord y de l’Est pero mi cabeza había dejado estar ahí desde tiempo atrás. De repente paré y ante un letrero que señalaba que era el momento de subir los adoquines me guiaron hasta los faros de Montmartre. Mis pies, melancólicos ya, subieron a Sacré Couer para sólo suspirar mientras el viento helado lo hacía conmigo ante la imagen completa de la ciudad. La que me mueve y despierta tanto en mí. Entré y fui recibido por cánticos teos que me invitaron a quedarme en el calor de ese lugar. Cuando salí el lugar cambiaba de nuevo y se había vuelto rojo. Vulgaridad gozosa que hace que este lugar se explique de tantas formas y féminas que me ofrecían cariño obstruían mi andar por las luces de neón. La última o primera escala del día estaba pronta y el paso debía acelerar. Me recibía saltando mi pequeño superhéroe sin recordar lo que un año atrás había hecho por mí. Por fin, después de un mes, empatías. Me reencontraba con el Doctor al cual había extrañado tanto cuando la oficina se volvió gris. Naturalmente, las horas se hicieron cortitas y el vino y el queso escasearon. Tanto que externar y tan pocos impedimentos. Cuando la ciudad había muerto el lugar se convirtió en una escala no planeada y extendida que no indicó mas que la calidad de amistad que tenía ante mí. A la mañana siguiente era tiempo de partir no sin antes disfrutar de la energía de la bilingüe y feliz calamidad de dos años por una última vez.

En mi camino el cielo se partió de nuevo. Lo dejé hacerlo mientras la necesidad de un baño se hizo latente y un pequeño descanso era obligatorio antes de continuar mi trayecto sin rumbo. Fue imposible hacerlo sabiendo lo que había ante mí. Bajé en Solférino para instantes después perderme profundamente en un pequeño e interminable mar de Cézzane. Tristemente, el tumulto me invito a salir de ahí teniendo que dejar enfrente un pretexto para volver. Gozosas mentiras ante la falta de necesidad. Lodo en el Jardin des Tuiliries mientras las castañas empiezan a venderse ya en este época del año y las palomas cambian el color de la estatua de Renommée. Repudié el imperio como ya lo había hecho antes con la idea de ingresar al palacete ante mis ojos. Caminé sin rumbo por la arquitectura gótica cuando mis entrañas me dijeron que era de nuevo tiempo de parar. Dos clichés de media tarde para aminorar el hambre. La primera de siempre y la segunda de mi primera vez aquí y su cítrico sabor gasificado. En zig-zag la tarde dejó de serlo y me encontré dónde de los edificios cuelgan banderas, cada una de distinto color, las marquesinas tienen nombre y apellido y donde enfrente del Palais de l'Élysée un guardia en exceso de dimensiones parecía indicarme que no debía permanecer mucho tiempo ahí. En el obelisco de punta dorada y concordia era de noche ya y yo debía emprender el paso por el camino de la victoria. El delirio de masas que en la noche lo es de cualquiera, cuando la luz parece regresar. En el arco me reconocí para acompañar la guardia de honor que enarbolaba los valores de la República. Por asombro callé. Regresé por el camino de las marcas cuando la lluvia apareció de nuevo. Ya no importó. Comenzaba a despedirse y me acariciaba diciendo que había vuelto a ser yo ya, que había hecho su trabajo. Quería cruzar el Pont Alexandre III y el oro que lo resguarda. Ante mí, de nuevo Les Invalides como la primera vez que estuve aquí y como había empezado el viaje. Esta vez oscuro y calmado. Los faroles me hicieron voltear la mirada. La noche silenció y la lluvia se detuvo justo en medio del Sena ante la imagen de mi vida. Tuve que callar y mirar y mirar por tantos minutos sin poderme saciar de aquella torre y su indescriptible magia. No podía con el momento ni conmigo. Brotó de nuevo. Añoré, entendí, me maravillé y la fusión de olores, sabores y esencias llegaban a la cúspide en el momento en que todo cobraba sentido. Todo lo había valido. De ahora y de antes. Caminé hacia allá hipnotizado. Llegué de ladito; por donde no entran los extraños, callado, gustoso. La disfruté. Me empapé de todas las sensaciones que al año me habían hecho traer hasta aquí. La calma por fin llegó a mí. Crucé Champ de Mars no queriendo voltear porque conocía el olor de la despedida. Dándome cuenta que no había olvidado el idioma del todo, el fruncido sabor lo cambié por aquél de un último manjar. Inevitable forma de casi terminar mi paso por aquí. Mis piernas no podían más cuando llegué a la ventana donde la había visto la primera noche. Junto con un Bordeaux y un Emmental comencé a escribir. La única forma en la que pueden terminar los momentos de vida.

Antes de irme pasé a ver a la más hermosa de las tricolores ondeando con todo fulgor. A la par de vieja amiga, degusté frutos de los mares de Normandía traídos a mi mesa este mismo día. Como rogándome que no me fuera, el laberinto de trenes me hizo perder el rumbo. Al encontrarlo corrí, corrí y corrí mientras pensaba que no quería hacerlo, que no era malo y sólo había que detenerme para seguir continuando con mi amorío. Llegué. El amorío no se acabó.

Paris signifie beaucoup pour de nombreuses personne. Pour moi, c'est encore plus.

Eet

Regina Spektor - Eet


veintiséis


Comenzó con Slivotiza y la idea confusa de Europa central a mi lado y en mi vida. Hubo impactos previos que convirtieron esa pequeña tertulia en un primer escape de celebración. Continuó con la añoranza de lo que otros años había sido mientras las escasas, pero sumamente importantes, llamadas de teléfono comenzaban a entrar. Al tiempo en que a una lluvia fúrica le siguió una tenue intentaba disimular mi voz entrecortada y la melancólica necesidad de estar allá. De repente, ya cuando surcaba nubes galas y Regina me hablaba al oído la serenidad llegó a mí. Cielos rosas y aborregados me recibieron en el destino feliz, el que anhelaba desde hace tanto, mientras el ciberespacio seguía registrando mensajes que me tenían como destinatario. El aroma de la vida viva de este lugar como mayor regalo. Huîtres, confite de canard y crème brûlée porque qué mejor regalo. Finaliza, como terminan los días que me cambian: escribiendo. Esta vez con la torre a la vista como mayor ejemplo de que éste fue uno sólo para mí. Para atesorarlo en chiquito, en privado.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La vida es más compleja de lo que parece

Jorge Drexler - La vida es más compleja de lo que parece

pañuelo


El mundo es un pañuelo. No por la posibilidad de coincidir con alguien; eso es un cliché. Lo es por la capacidad de empatía que se puede presentar en circunstancias tan distintas y llevarse a hechos muy concretos.

Curiosas muestras de historias que me llegan hasta estos lares.

puente de noviembre

Todos los años el puente de noviembre y el cumpeaños de mi papá fungen como el pretexto perfecto para reunir a la familia. Me hubiera gustado haber estado ahí. Irónicamente mi presencia estuvo asegurada gracias al Skype y la conexión a internet de mi tía.


domingo, 31 de octubre de 2010

octubre


Las lunas de octubre vinieron llenas este año. Agitaron todo lo que me mueve y me importa. Empezaron con ansias, se desvenvolvieron con estruendos y cerraron calladas, en calma.

Comenzó con el último resquicio profesional. Un fúrico aliento por una causa que aún no está perdida. El daño, de todos modos, ya lo había hecho. Un grano que se convirtió en un costal y fue modificando poco a poco la forma de hacer las cosas, de entenderlas. Si bien el mío fue berrinche, muy dentro sé que en el discurso ya había logrado cambiar algo. Ganas de regresar por más.

De ahí el mes se convirtió en espera. Me sujeté tanto y con tanta fuerza a mí mismo. Todo para que llegara la noticia y con ella el día que lo cambiaría todo. A punto de que la mitad del mes arribara, yo partía y conmigo tantas y tantas cosas. Poco antes, muestras y muestras de ahínco, de afecto puro. Yo intentando devolverlo.

De la nada mi mente comezó a volar y ya me encontraba en muchos grados menos. Junto con la temperatura bajaba también el ritmo, las pulsaciones. La vida en instantes se había callado. Así fue como comenzaron las largas y placenteras caminatas al tenor de mis pensamientos. Llego la vida sana y de inagotable lectura. Entre ellos, como premio tal vez, se cumplió una fecha que viendo atrás parecía inverosímil.

Octubre trajo también sorpresas esperadas. Millones y millones de páginas listas para que me las devore. También trajo nuevos gurús y formas de entender la profesión. Delicias académicas que satisfacen ya mi necesidad de seguirme empapando de esto.

Atravesando todo el mes estuvo la sonrisa eterna y su enmascarado llanto, la otra cara. Sube y baja. Sentimientos que llegaron al límite, que se externaron y en los que creí. Desquiciantes aromas que no supieron ya dónde postrarse. Las nociones que trajeron las caminatas y la imposibilidad personal de seguir adelante. Cansancio. Tal vez, sin certeza, el recuerdo de la felicidad pura que antes había traído. La vela que se extinguía y continúa haciéndolo, también.

Octubre, como lo pedí, trajo lunas. Muchas y de todas formas e intensidades. Cambió todo. A mí no. Fue intenso, temeroso, apasionante, triste, certero, esperanzador.







jueves, 28 de octubre de 2010

jus ad laetitia


Apenas entrando al CIDE solía platicar mucho con Dr. P sobre sus aventuras en el derecho internacional. A él le había tocado armar el Álvarez-Machain y litigar el Metalclad. Me emocionaba mucho la idea de poder, no sólo participar en un litigo así, sino hacerlo por mi país. Más aún, Dr. P lo trasmitía con tanta alegría que era imposible no sentirla. Aunado a eso, sus experiencias siempre me dieron la esperanza de que para todos hay espacio en esta cancha si trabajas y lo sabes buscar.

Años más tarde, cuando tuve la oportunidad de empezar a comer este pastel, me di cuenta no sólo que me gustaba como nada, sino que me divertía más. Afortundamente pude hacer mía la alegría de Dr. P para seguir esta carrera. Muchas veces lo dije: yo hago esto porque me divierto, porque me encanta.

Estando de este lado del charco he tomado clases con dos de las mentes más brillantes en el mundo en sus respectivas materias. Christine Gray, en el derecho del uso de la fuerza y conflictos armados, y James Crawford, uno de los dos gurús actuales del derecho internacional que viaja entre regímenes y temas como nadie. Gray habla del Consejo de Seguridad y las misiones de paz como tomando un café antes de que tener hacer el brief para que se tomen las decisiones. Crawford narra los casos que ha litigado y se burla de él mismo cuando los ha perdido, esbozando como practicamente él ha construído el sistema en los últimos cuarenta años.

Ante todo, lo mejor es que tanto el Dr. P, como Gray y Crawford narran sus historias con alegría. Evidenciando lo mucho que se divierten en lo que hacen. Ojalá y en 30 años yo pueda hacer lo mismo.


miércoles, 27 de octubre de 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

about thinking


El tener tiempo para pensar también tiene sus consecuencias. De todos colores y sensaciones. Tantas como gotas de lluvia caen de este lado del mundo. Se disfruta, se añora, se entiende, no se entiende, se extraña, se vacila y se oscila. Al menos, después de tanto hacerlo, hoy me recompensó con una de las lunas más fabulosas que haya visto jamás.

sutilezas


Antes de partir pensaba sobre la idea de mexicaneidad y mi pertenencia dentro de una noción mucho más grande que yo. Siempre he encontrado difícil definir lo que delínea esa noción. Creo que tiene mucho que ver sobre las formas en que se entiende la vida.

Llevo apenas dos semanas en la isla y ya he tenido que enfrentar varias veces esa noción. Ya en dos o tres ocasiones he tenido discrepancias con mis roomies sobre qué hacer o no hacer en una determinada situación. Los resultados se van a polos totalmente opuestos. A pesar de ello, creo que las diferencias se basan en la forma de entender la vida, las reglas y las consecuencias. Pequeñas concepciones que determinan por completo la existencia misma.

En una escala aun mayor, creo- no que sea una concepción nueva, en realidad - que en el "mundo civilizado" el mundo, o el resto de él, se entiende en bloques. Primero, y ante todo, está el Oeste; esa franja de países "primermundistas" que corre por el Atlántico y que antes que nada se habla y se entiende a sí misma para luego tomar licencia y analizar a las demás. Ante todo, este bloque es el creador del Estado, la civilidad y la convivencia mismas de masas. Al menos así se entiende. Luego, está el África de la hambruna, los diamantes y la opresión. El Medio Oriente radical, musulmán, completamente distinto y en ocasiones terrorista. La Europa central vieja y desganada, hijos de la post-guerra que hay que ayudar. Asia y el capital, los ojos razgados y su total lejanía cuando no se trata de hacer negocios. Al final, está Latinoamérica y el color, la fiesta y la vida.

Aquí Latinoamérica no se explora. No genera drama suficiente para escribir y buscar entender. Simplemente - y creo que de alguna manera felizmente - Latioamérica es el lugar de la alegría. No soy latinoamericano ni creo en ideas panamericanistas, pero sí creo de mí lado del mundo la vida se entiende fácil, las reglas se tropicalizan y se disfruta más la existencia.


jueves, 21 de octubre de 2010

Stairway to heaven

Rodrigo y Gabriela - Stairway to heaven

Clair de lune


Aquí la luna no sale, se asoma. Ayer, justo después de una lluvia fúrica, decidió presentarse conmigo de este lado. Primera de octubre estando aquí. Seguramente vendrán pocas.

Con ella llegó mi primera semana y la idea de que la vida se ha calmado, se ha vuelto sencilla y sin complicaciones. Muchas ideas siguen pasando por mi cabeza, muchos sentimientos también. Ahora tengo el tiempo, el escenario y las caminatas para entenderlos y digerirlos. Empiezan a surgir los claros de luna.




Dar es dar

Fito Paez - Dar es dar

Burocracias


"¡Híjole, joven!". "Es que todavía no dan las once y no ha llegado la Licenciada". "Fíjese que no le voy a poder realizar el trámite porque las copias no vienen por triplicado y no trae el acta del castastro." "Es que no me han llegado lo que vienen siendo los sellos". "Ya le dije que sin copia de su cartilla no le puedo prestar el baño".... simples chascarrillos en comparación con los británicos.

En el Reino Unido todo es por triplicado, con acta de nacimiento, pasaporte, iniciales, rúbrica, firma, testigos, sellos, códigos y aquiescencias. Irónicamente, esta burocracia absurdamente totalitaria - o totalitariamente absurda - es la burocrcia privada. Ejemplo. Cambiar dinero en el banco implica depositar el dinero primero, revisar la autencidad de cada billete y luego llenar una ficha de retiro. Todo es vueltas y papeles y en efectivo. Las tarjetas de crédito o débito son el diablo.

Lo dije hace un año y lo repito ahora: creo que los mexicanos ya no estamos tan atrasados y, poco a poco, muchos de nuestros trámites resultan ya ser muy sencillos; titularme lo fue, sacar mi acta de nacimiento, credencial de elector y licencia de manejo lo fueron.

Aún así - o aunque no fuera así - prefiero a Lupita con la torta de tamal y el atole en el cajón que a Collin con su corbata fea y sus dientes chuecos y amarillos. Al menos es más auténtico.

Por cierto, Collin, el del banco, tuvo que googlear a ver si mis dólares eran verdaderos porque no los conocía. Lupita, desganada, los hubiera tomado y dado mi "vuelto" para poder seguir desayunando.

martes, 19 de octubre de 2010

smokeless


Una tarde, con el brazo que no tenía enyesado, comencé a fumar. Ese día olvidé lo mucho que me molestaba ver el ladrillo que mi papá guardaba todos los días en la cajuela de su carro o la detestable forma en que olía el tío B cuando se acercaba a saludarte. Lo olvidé no sólo esa tarde, sino por mucho tiempo. A partir de ahí, tal como había sido la primera vez, fumar se convirtió en el postre de las tertulias pubertas de los viernes y sábados. Fumaba entonces blancos, "pues hacen menos daño". Dejé de hacerlo, "pues no sabían a nada". Cambié a rojos y mis hábitos también cambiaron. Ya no sólo era de fin de semana, sino uno que otro esporádico entresemana en el baño del cuarto de visitas para que nadie lo notara. Irónicamente, fue ahí también cuando mis papás lo notaron y comenzó el juego de las escondidillas de tantos años.

Luego, ya viviendo en el centro, se volvió una costumbre diaria. De vez en cuando alternaba la marca, mas no el color. El número también fue incrementando. El E dice que fumar te ayuda a conocer gente. Conocí mucha gente e hice muchos amigos gracias a esa práctica. Pero nunca fumé por ser social, o incluso por vicio, siempre fue por ocio o por placer. Cuando regresaba a casa a lo mucho fumaba uno o dos cigarros al día. La restricción absoluta al mismo me lo impedía, pero también las ansías por éste se desvanecían. No obstante, durante esos años me hice la fama de fumador empedernido. Supongo que se volvió también una característica de mi andar.

Años más tarde, cuando mi vida cambió de nuevo, el hábito no lo hizo. Fumar se volvió crucial para entender y desempeñarme en la escena chilanga. Se convirtió también en gasolina y máximo placer en esas horas de madrugada al frente de mi computadora. Me ayudó a disfrutar y acabar la carrera, a llegar a Washington y a titularme. A decía que verme fumar era terrible pues parecía disfrutarlo tanto que únicamente incitaba a que los demás lo hicieran también. Lo disfrutaba mucho. El hacerlo era paso indispensable de toda comida que se consideráse podría ser excelsa. Fumar era también pretexto de conversaciones eternas al suelo o chelas en el calor de junio.

Hoy, hace un año, dejé de fumar.

A muchos les parece extraño que no lo haga e incluso accidentalmente continúan ofreciéndome cigarros. No los culpo. Hay concepciones que se quedan guardadas mucho tiempo. Cuando me preguntan cómo dejé de fumar cuento que un domingo por la noche dije "no más" y cómo cual buen fumador ya estaba prendiendo un cigarro a las 8 de la mañana del día siguiente en mi camino al trabajo. Aquella vez, contrario a lo que había ocurrido durante los últimos diez años, las primeras dos bocanadas me desagradaron y tiré el cigarro. Nunca más volví a fumar. Cuento esa historia pues es la verdad del cómo, más no es el por qué.

El por qué suelo reservármelo. Esta vez no será la excepción. Lo que sí diré es que hay momentos en los que llegas a entender qué es lo mejor para ti. También, hay cosas por las que vale la pena hacer esfuerzos. La vida está llena de intercambios y recompensas.

Hoy no digo que no se me antoje fumar. Por supuesto que de vez en cuando me llegan súbitos aromas del pasado que me llaman o ansias terribles cuando las cosas no andan bien. No lo voy a hacer. He pasado tanto ya sin hacerlo que me cuesta trabajo pensar en un pretexto suficientemente válido para volver. Por supuesto, tampoco pregonaré como aquellos mesías urbanos los bemoles del tabaco. Puritanos. A mí me sigue gustando, sólo que me fume ya todos los que tenía asignados en la vida.

Al final de este ya no breve relato creo que sólo quiero decir que entiendo y disfruto el por qué, me asombro del cómo, me acuerdo de lo que fue y vivo lo que ya no. Hoy hace un año dejé de fumar.

lunes, 18 de octubre de 2010

Caminito de la escuela...


Después de unos días de realizar trámites por todos lados - en México, o al menos en el CIDE, no tenemos nada que envidiarles a los brits en ese rubro - por fin hoy pude tener mi primer día como estudiante de tiempo completo. Mejor aún, hoy por fin pude disfrutar del magnífico edificio de la Squire Library, biblioteca de la Facultad de Derecho.

Cuando estudias derecho internacional crees en ciertos mitos. Algunos sobre la guerra y la paz, otros sobre las formas en que se gestan las reglas o cómo interactúan entre ellas. Otros, más mundanos o tangibles, se refieren a ciertos libros y colecciones que son como Dios o tesoros perdidos. Tienes la noción de que existen, tal vez algunas pequeñas pruebas, pero nunca los has visto por completo. Aquí están todos.

Sí, sin duda muy ñoño, pero debo aceptar que me conmoví al encontrar en la primera fila de estantes la colección completa de los International Law Reports (uno de esos tesoros ) para sólo darme cuenta de que atrás de ella habían muchas muchas más, con muchos tesoros que comerme. Los libros no se leen, se comen.

Así como tuve mi primer contacto con la biblioteca, también lo tuve con las clases. Como buen niño modosito hice todas mis lecturas, para luego ver que ellas son sólo el preámbulo y requisito mínimo de una clase que requiere mucho más que eso para hacerla. Me gusto el reto. Incluso, me gusto la materia. Yo fiel crítico de los derechos humanos y mi clase ideada en una forma abierta a la crítica y al verdadero razonamiento de los mismos.

Así empieza mi maestría. Mi aventura aquí no, esa empezó desde hace meses.

sábado, 16 de octubre de 2010

Cri-cri


Llevo cuatro días aquí y ya soy parte de una sociedad. La de mexicanos, por supuesto. Hasta tuve ya mi primera junta.

koskosvovo (a social approach)

Ayer conocí una chica kosovar que trabajó en ICTY y habla un español casi perfecto. Cuando le pregunté que dónde había aprendido a hablarlo me dijo que con las telenovelas. Así sin más. no clases, no nada, con María la del barrio y Rosa salvaje. No pude evitar mostrar asombro.

Platicando con ella le conté que yo había estado involucrado en la posición mexicana sobre la cuestión kosovar y debatimos un muy buen rato sobre el asunto. Es impresionante la carga emocional que implica escuchar a alguien hablar de un tema como tal. Ella, según me dijo, se siente kosovar. Su hermana, que estaba al lado, albanesa.

Al final, como en todos esos temas, no llegamos a mucho. Salvo una promesa efímera de algún día cocinar comida mexicana y ofrecércela a ella, los checos y el eslovaco que estaba con nosotros.


métodos


En México te bajas la peda con tacos. En Cambridge bicicleteando a tu casa. Not nice at all.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Trip to Cambridge (or what went through my mind)


Un muy, pero muy, pequeño retorno a los que tanto me han dado. El teléfono suena y trato de responder. Lo hago entrecortado. Llamo también así. Los últimos alientos que intercambio con todos los que me son importantes.

Cierro los ojos con la ilusa idea de dormir. No es así. Tanto en la cabeza que, sólo gracias al cansancio pleno, le puedo hacer burla a mi mente durante una hora. Calabazas, inversiones de pruebas, ensayos, goles... el año ha sido tanto que es imposible no repasarlo ahora; es aún más difícil no pensar en lo que viene.

Justo antes de que clareé comienzo un ritual de mañana. Ése que K siempre me decía que era imposible que no tuviera sólo por dormir un poco más. Una mañana templada y soleada a la luz de una taza de café comienza a marcar mi partida. El outfit está listo; es el que me llenó de gozo este año.

Hoy manejo yo. No lo haré en mucho tiempo. Tomo la ruta de todos los días. La de las mañanas felices al centro. Me desvío un poco antes; también para ir a un lugar feliz.

Damien Rice en el aeropuerto pareciera ser una burla de que me voy. Yo yéndome, y el comiendo una hamburguesa ahí.

Porque no podía ser de otra forma. Porque así estaba escrito. La Chemistry conmigo en mis últimos instantes, como cuando era nió y también partía. El Inge en el teléfono. En el momento final, Bigabí, mi compañero de vida. Mi equipo. Mis pilares.

Rasguño mis últimos momentos en México. Estiro los segundos y digo todo lo que tengo que decir, lo que tanto y tan fuerte siento. Tanto, tanto, tanto. Mucho, mucho, mucho. Todas, todos. Todo.

La jungla terrible: mi hogar. Un último vistazo desde arriba. El valle verde y despejado como nunca.

¡Ja! ¡No! Por supuesto que el primer vuelo no me iba a dar la sorpresa de dejarme dormir. Entre una boca terriblemente seca y Jimmy Fallon y su gracia esporádica llegué al terriblemente aburrido Texas. Me topo de nuevo con ese cero halagador atardecer calcinante y amatista. No inspirador y ocre como los de la jungla terrible.

Una hamburguesa me hace ver las muchas horas que llevaba sin bocado. Un Johnnie Walker los jueves, los hielos del Barça y las maravillosas tertulias que gesté alrededor de él este año. Últimos momentos de este lado del charco. Estoy, también, con alguién. Cerca, muy cerca, de Patricio Sanz y el muro rojo.

Transoceánica se escucha pro primera vez en contexto. Se reafirma y contradice por una película y otra que, se supone, había de de secundarla, mientras me doy cuenta que paso justo por encima de Nueva York. Recuerdos súbitos llegan a la mente y aromas de lo que fueron otros meses del año.

Me contorsiono en los asientos a mi alcance. Cual fakir pretendo vencer al ingenioso y experimentado insomnio viajero. Pierdo la batalla. Abro la ventana y descubro que estoy ya del otro lado, en el que ya es de mañana. Añoro, por primera vez desde que dejé Juárez, el Emir y su elixir de mañana.

Thom me recibe con el apergio de los peces extraños. Una nata blanca y espesa, que hace las veces de nubes, cubre toda mi vista. El Reino Unido después, como lo recordaba, gris. Mágico, también.

Conozco otro mexicano que otra mexicana ya conocía. Mismo tormento que el mío; bueno el de él es tal vez peor.

Salgo de Heathrow y siento justo la ráfaga que esperaba. No la de frío, la de certeza en que la voy a romper. Un víacrucis ya predecido me lleva a cruzar Londres para luego recorrer la campiña inglesa en tren. He llegado a Cambridge. Era justo lo que imaginaba. Todo comienza.

Llego a casa vacía. Horas de hambre esperando a él o la exchecoslovaco para entrar. Hace frío. Ya adentro reconozco el espacio y las personas. Sé que estaré bien. Desemaco y arreglo el pequeó cuarto que me ha tocado. El de la jungla es rojo, este será verde. Como premonición inspiradora Cielito Lindo suena afuera de la ventana. No sé de dónde viene. Si sé lo que significa.

Descubro que todo es má caro. Ya lo sabía, en realidad, sigo el consejo de M y confío en las marcas propias. Al fin y al cabo deben ser lo mismo. Camino de noche y sólo por muchas cuadras y muchas colchas. Sé, ahora ya, que no pasaré frío, y tampoco me da el hacerlo. Al parecer aquí sólo debes temer al robo de bicicleta, nada más.

Leo, escribo, pienso. Los ojos se me cierran esperando a los nuevos roomies. No más. So ya casi dos días en el camino y el cuerpo ha decidido renunciar. Cambridge empezará mañana.

lunes, 11 de octubre de 2010

Transoceánica

Jorge Drexler - Transoceánica

Mi canción. La que estoy convencido de haber compuesto en otra vida; letra y música. La que inevitablemente tenía que acabar aquí. La que sólo estaba esperando el momento.

el proceso

Entre los planes y el futuro me encontré con el presente. Una partida que terminó gestando muchas reflexiones. Mi alrededor y lo afortunado que soy. En un tiempo en el que todo parecía perecer, terminé reafirmando lo que tengo. Dándome cuenta de ello.

Semanas de muestras y muestras de afecto encaminadas a lo que mañana emprenderé. Tanto y yo tan limitado de palabras, de agradecimientos. Lo que era un proceso de adiós en realidad fue un proceso de siempre, de grandeza en todo lo que me rodea y todo lo que es mi vida. Es difícil poder siquiera desear más.